Fallece a los 87 años Rafael del Pino, fundador de Ferrovial
Estaba considerado uno de los hombres más ricos deEspaña
| Actualizado: GuardarRafael del Pino y Moreno (Madrid 1920), fundador de la empresa Ferrovial en 1952, falleció el sábado por la noche, tras una larga enfermedad, a los 87 años de edad, según informaron fuentes de la propia compañía. El entierro se realizó en la más estricta intimidad. Doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos era considerado uno de los hombres más ricos de España y uno de los empresarios de mayor relieve del siglo veinte. En 1999 creó la fundación que lleva su nombre y un año más tarde cedió el testigo en Ferrovial a su hijo Rafael del Pino Calvo-Sotelo para pasar a ocupar la Presidencia de Honor de la empresa.
Entre los numerosos cargos que ocupó a lo largo de su dilatada vida, destaca la Presidencia de Europistas, Enagás o Philips Ibérica. Además fue socio fundador del Círculo de Empresarios y desempeñó la máxima responsabilidad en la patronal constructora Seopan y en la junta directiva del Instituto de la Empresa Familiar.
Colaboradores
Tras sus primeros pasos en el sector de la construcción, Del Pino puso en marcha en otoño de 1952 su propio proyecto. Para ello, realizó con antelación un viaje por Europa en el que observó cómo se construían las líneas ferroviarias en otros países. En Alemania compró la maquinaria necesaria para exportar el modelo a España. Pagó por ella 6.000 euros. «Un millón de los de entonces, que no era poco», ironizaba. Con las nuevas herramientas y «siempre muchas ganas de trabajar y salir adelante», fundó Ferrovial. La sede de la primera oficina fue un desván junto a la madrileña iglesia de los Jerónimos.
Insistía a menudo en que su éxito radicó en saber rodearse de colaboradores capaces e ilusionados con los proyectos de crecimiento de Ferrovial. Sus principios filosóficos giraron sobre «el servicio a la sociedad, el amor a las cosas bien hechas, el espíritu del esfuerzo, la austeridad en el fasto, la reinversión del beneficio, la adaptación a la evolución» y su vista siempre estuvo puesta en «el futuro».
Recibió grandes distinciones públicas, entre ellas, la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y la Medalla de Oro de la Real Academia de la Historia. Del sector privado también obtuvo numerosos reconocimientos como el Premio Mejor Empresario de la Construcción y Promoción Inmobiliaria o la Medalla de Oro de la Asociación Española de la Carretera. En 2006 recibió el XIX Premio Juan Lladó, que el Instituto de Empresa y la Fundación Ortega y Gasset conceden al esfuerzo en el mecenazgo cultural y la investigación.
A su juicio, «todos tenemos una gran tarea por delante, la de contribuir a que el conocimiento heredado de otros, junto con nuestro particular valor añadido, siga transmitiéndose a las siguientes generaciones en libertad». Mantenía que si «aplicamos nuestro conocimiento a mejorar el bienestar de más gente, habremos cumplido con nuestro deber y habremos contribuido un poco a facilitar la convivencia de los habitantes de la Tierra». «Las cosas hay que hacerlas con amor», repetía a sus colaboradores. «Con la cabeza fría pero con el corazón muy caliente, porque si no, es como si nada», aseguraba.