El discreto retiro de María San Gil
Pasea por la playa. El entorno de la presidenta del PP vasco observa con asombro la capacidad de desconexión de la líder
| Actualizado: GuardarMaría San Gil se quería ir a su casa. De hecho, ya está en su casa.
Tendrán que pasar algunos meses más para que los observadores del proceso de su abandono empiecen a creerse que la retirada de la presidenta del PP vasco iba en serio. Que no buscaba un puesto después de toda la tormenta. Ni un destino más cómodo, ni ser 'lideresa' de alternativas. Que una vez confirmó que quienes dirigen ahora el PP no le daban garantías de que se iban a mantener implacables con el nacionalismo, empezó a pensar en su retirada. Y está en ello.
Ha cambiado el debate político por el gazpacho del fin de semana. Ha dejado los documentos de estrategia para ponerse delante de los fogones familiares, recuperar su afición por la gastronomía y disfrutar de los suyos. Está intentando encontrar su puesto en la vida; en su ciudad, donde pasea por la Concha siempre que puede, sumiéndose en un profundo silencio político y guardando cierto hermetismo personal acerca del rumbo que tomará su vida después del verano, después de los dos congresos del PP, después del tsunami que se ha organizado desde que denunció los movimientos que no le gustaban.
Ya no habla de política en público. Por eso cuesta tanto arrancarle alguna declaración, por muy intranscendente que ésta pueda parecer. De María se han dicho muchas cosas. La sociedad cainita no perdona que alguien se salga del redil. Y San Gil, como no ha sido nunca una política al uso, ha desbordado, con su actitud, cualquier previsión que pudiera tener el 'aparato' de su partido. Por eso, en cuanto aireó su quiebra de confianza hacia Rajoy, se dispararon las insidias. Quizás el tratamiento que había recibido para superar su cáncer de mama podría estar influyendo en su comportamiento, llegaron a decir unos. O que ya tenía otros planes para su familia, como matricular a sus hijos fuera de San Sebastián mientras su marido solicitaba el traslado laboral, difundían otros. Pero nada de eso ha ocurrido. Sencillamente porque no se quiere ir de su ciudad.
Su vida ahora discurre por la línea doméstica. Es cierto que acude a su despacho en la sede del PP todas las mañanas para atender llamadas, recibir visitas y, sobre todo, contestar el correo que le llega de todas partes de España.