LA PARCELITA

Vaya catástrofe!

Hace unas pocas semanas titulaba mi artículo ¿Que desastre!, pero hoy, después de lo visto y acontecido el domingo en Carranza no vale otro adjetivo que el de ¿Vaya catástrofe! Los que, por desgracia, acudimos esperanzados a calentar el cemento del estadio nos llevamos una de las mayores desilusiones de los últimos tiempos. Hasta el pitido final albergamos la esperanza de que al menos en una jugada aislada se podría conseguir el gol que nos amarrara la permanencia, pero no fue así. La desidia y la apatía que mostraron la mayoría de los integrantes de nuestra plantilla fueron suficientes para amargarnos la tarde. Ahora se aboga a que la presión, las ganas de victoria y la tensión del partido atenazaron a los jugadores ¿Sandeces! Ya está bien de tonterías y de justificar lo injustificable. Cuando uno es un profesional -y todos presumen de serlo- se encuentra a lo largo de su trayectoria con situaciones como la del pasado domingo y hay que solventarlas por ese motivo. Qué pasaría si cada vez que un medico, en una operación a vida o muerte se bloquea y se muere el enfermo ¿Se justificaría igual? ¿Es un atenuante la presión? ¿No! El profesional tiene que demostrar precisamente en esos momento lo que es y debe reaccionar fríamente superando la situación y eso, precisamente, no fue lo que se vio en el campo el pasado domingo.

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Sólo queda una jornada, sólo quedan tres puntos para salvar lo que ha sido una nefasta temporada para todos. Ahora «los profesionales», si de verdad lo son, tienen que amarrarse los machos y sacar al equipo de donde ellos y solamente ellos lo han llevado. La afición lo merece y la ciudad tambien. En peores situaciones nos hemos visto y se ha salido airoso, pero eran otros tiempos, entonces los jugadores estaban implicados de manera pasional; hoy, desgraciadamente y salvo honrosas excepciones, no.