PRUEBAS. Un equipo de investigadores examina una mancha de sangre en el suelo.
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«Estrellaré el coche contra la gente»

El joven japonés que atropelló y asesinó a puñaladas a siete viandantes anticipó sus intenciones en Internet

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UN día después de que la tragedia sobrecogiera a Japón, surgen las preguntas. «¿Qué puede llevar a un joven de 25 años a apuñalar al azar a diecisiete personas, matando a siete de ellas?», se cuestionaba ayer la horrorizada sociedad nipona mientras intentaba asimilar la peor matanza en siete años.

Al menos una cosa está clara: no fue una locura pasajera lo que impulsó a Tomohiro Kato, un mecánico que trabajaba en una fábrica de componentes de automóviles, a estrellar el domingo una furgoneta de 2.000 kilogramos contra la multitud en el barrio tokiota de Akihabara para luego acuchillar a quien se encontraba a su paso.

El psicópata había avisado de sus intenciones en Internet, colgando una treintena de advertencias. «Estrellaré el coche contra la gente y luego usaré el cuchillo», escribió Kato horas antes de la masacre en un texto titulado 'Mataré a la gente en Akihabara', según informaba ayer el diario 'Asahi Shimbun'.

Desde la mañana, el joven envió mensajes con su móvil en los que narraba la crónica de una muerte anunciada. «Ha llegado la hora. Me marcho», comenzó diciendo a las 6.31 horas al salir en tren dirección a Tokio desde Susano, la ciudad cercana al monte Fuji donde residía en la prefectura de Shizuoka. A las 11.45, Tomohiro Kato llegó en una camioneta Isuzu alquilada a Akihabara, el barrio de la capital plagado de tiendas de electrónica que se ha convertido en un oasis para los 'frikis' nipones al venderse vídeos y cómics 'manga', con fuertes contenidos violentos y sexo hasta con menores. La elección de tan simbólico escenario tampoco era casual porque el joven, aficionado a este tipo de productos, había frecuentado con anterioridad dicha zona comercial y sabía que era un lugar muy bullicioso.

Sin amigos

A más de 100 kilómetros por hora, invadió la acera y embistió a los estupefactos viandantes, a los que luego acuchilló. Tras sembrar el pánico, el joven demente, que combinaba su traje gris con una camiseta negra y unas zapatillas deportivas, era reducido por la Policía, que se hace las mismas preguntas que la conmocionada sociedad nipona: ¿por qué?

Al hilo de las primeras revelaciones, Kato es una víctima de la competitiva y estricta mentalidad japonesa. Hijo de un banquero, se crió en la prefectura de Aomori y acudió a los mejores colegios e incluso a clases de tenis, por lo que todo hacía presagiar que le espera un brillante porvenir. Sin embargo, el joven suspendió sus exámenes de ingreso en la universidad y acabó en un empleo como mecánico en la fábrica de piezas de automóviles Kanto Auto Works gracias a una agencia de trabajo temporal.

En el aspecto emocional también había fracasado, como demuestran sus mensajes en Internet lamentándose de sus dificultades para encontrar amigos. Por eso, confesó a la Policía que estaba «cansado de vivir y harto de todo», lo que ha vuelto a abrir el debate sobre la salud mental de la rigidez nipona y los estallidos de violencia.

«La gente dice que la moralidad pública y las relaciones personales se han deteriorado, pero no podemos explicar este caso sólo por eso», planteó el portavoz del Gobierno, Nobutaka Machimura, quien afirmó que el Ejecutivo estudiará posibles restricciones en la posesión de armas blancas.