ANDALUCÍA

La maldición de la momia

EL congreso del PA celebrado este fin de semana en Sevilla ha finalizado de una forma prodigiosa considerando la complicada historia de los andalucistas al integrarse en la nueva dirección las dos listas que pugnaron por el liderazgo resultante que, finalmente, fue para Pilar González, ex portavoz del grupo en la Cámara andaluza, ante la candidatura de Francisco Jiménez, alcalde de Utrera. González se impuso por poco más de seiscientos votos y será, por primera vez en la historia político del país, la primera mujer al frente de un partido político.

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El andalucismo político contemporáneo, llamado en principio Alianza Socialista de Andalucía (ASA) bajo la fórmula legal de una asociación jurídica/cultural, nació en Málaga en el verano de 1.976 en un congreso constituyente, y la nueva fuerza política se llamó Partido Socialista de Andalucía (PSA).

Y no fue poco el éxito de salida del imberbe partido. Antes de su tercer aniversario, en las elecciones generales de 1.979, logró cinco actas de diputados en el Congreso de la nación y meses más tardes la alcaldía de Sevilla en las primeras elecciones municipales desde la guerra civil española. Y aquí, precisamente, comenzó las desgracias y desencuentros de este partido que muchos llamaron «la maldición de la momia».

Porque su primer líder, Alejandro Rojas Marcos, decidió, en lo que fue llamado «pacto municipal de izquierdas» con socialistas y comunistas, cambiar las alcaldías de Granada y Huelva, por la de Sevilla. Lo logró pero el partido jamás volvió a remontar vuelo en aquellas ciudades, mientras en el interior de la organización surgió un poderosa corriente crítica que se mantuvo por los años. Desde entonces, salvo este congreso recién terminado de forma tan excepcional con ese consenso integrador, en cada cita congresual los vencedores le hacían imposible la vida interna a unos vencidos que acababan expulsados de la organización. Un cainismo mantenido y cultivado permanentemente hasta llegar a convertirse en un signo de identidad de la organización.

Consecuencia de todo ello es que todo aquel que podría llamarse un histórico del partido por haber vivido su época fundacional, pues está fuera de la organización desde hace años. La pregunta, al día de hoy, es ¿estamos ante una prueba definitiva de madurez de los andalucistas? «La respuesta está en el tiempo».