Gente

Público 'incredibile'

'Overbooking' de famosos en el cóctel ofrecido por la familia Tous con motivo del primer y único concierto en España de Kylie Minogue

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Sois un público incredibile. Gracias por esperarme veinte años». Lo dijo Kylie Minogue el pasado martes, sobre el escenario del Palacio de los Deportes de Madrid, al término del primer, y por ahora único, concierto que la australiana ofrece en España tras dos décadas como cantante.

Lo que Kylie seguramente desconocía es que entre ese público incredibile, que bailaba frenéticamente sus temas más discotequeros, figuraban, entre otros, cantantes como Marta Sánchez, Manuel Martos y Alaska, estrellonas de la comunicación como Boris Izaguirre, modelos como Jon Kortajarena y Jaydy Michel y aristócratas como María Zurita y Eugenia Martínez de Irujo.

Tan selecto elenco acudió al reclamo de la familia Tous -Salvador, Rosa y sus cuatro hijas-, que un par de horas antes de que diera comienzo el concierto organizaron un animadísimo cóctel en una de las dependencias del recinto para celebrar que, desde este mes y por espacio de tres años, Kylie Minogue es la imagen mundial de sus joyas, bolsos y complementos. En su honor, han creado una colección de pendientes y colgantes en forma de guitarra eléctrica denominada Life is music.

«Lo de Kylie con nosotros ha sido un auténtico flechazo», contaba Rosa Tous, anfitriona de la fiesta y alma mater de la firma del osito. «La conocimos hace un año en el festival de Cannes y ya entonces nos impresionó. Ella dice que ha aceptado representarnos no sólo porque le gustan nuestras joyas, sino también porque somos una empresa familiar y valora mucho la familia. Este único concierto que da en España lo añadió a su gira mundial tras haber cerrado el contrato con nosotros».

Kylie, que acaba de cumplir 40 años el 28 de mayo, es al natural, según los Tous, una mujer alegre, vital y espontánea. «Su mejor seña de identidad es su sonrisa. Esa sonrisa no tiene nada de falsa, le sale de dentro. Es como un ángel...», contaba Rosa, la hija mayor de los Tous, al tiempo que se declaraba fan de la cantante «desde hace muchos años, porque ya la seguía en la tele cuando actuaba en la serie Vecinos, doblada al catalán».

Jaydy Michel y María Zurita, muy cambiada con su larga melena rubia, fueron las primeras en llegar al cóctel, junto con la diseñadora Purificación García. Alaska y, su rutilante marido, Mario Vaquerizo, llegaron poco después con muchas ganas de hablar de música y pocas de hablar de toros... Alaska ha sido muy criticada por esa campaña antitaurina en cuya imagen aparece desnuda, con cara de éxtasis y unas banderillas clavadas en la espalda. «Sólo diré que Kylie me encanta, sobre todo desde que se puso en manos de Nick Cave. Podría haber sido una estrella del pop sin más, pero ha logrado tener una personalidad propia», observó la cantante mexicana.

Manuel Martos, el hijo de Raphael, llegó acompañado por su futura esposa, Amelia Bono, y su futura suegra. Por su parte, Marta Sánchez, que asistió con su marido, Jesús Cabanas, valoró el coraje de Minogue «por su forma de superar un cáncer de mama; enfermedad que a mí me toca especialmente porque por desgracia la he vivido en mi familia». Marta se refería con pesar a su hermana gemela, tristemente fallecida. Mónica Hoyos y Arancha de Benito destacaron igualmente su admiración por la cantante, aunque confesaron no ser expertas en su música.

La última en llegar fue Eugenia Martínez de Irujo. De negro y con cazadora vaquera, la duquesa de Montoro, que hace poco ha estrenado labios de diseño, no quiso hablar con la prensa, quizá por miedo a que le preguntaran por la cotización actual de su fluctuante relación con Gonzalo Miró. Posó brevemente en el photocall y se escurrió rumbo al cóctel escapando de un territorio comanche sembrado de cámaras. Cuando Vicky Martín Berrocal la saludó con un abrazo y le preguntó qué tal, Eugenia, ya a salvo de los objetivos, respondió con alivio: «Uf, ahora mucho mejor».

Poco después, dio comienzo el espectáculo. Luciendo más de media docena de trajes de Jean Paul Gaultier, Kylie se dejó la piel (que no la voz, porque parte del show olía a playback) sobre un escenario presidido por una apabullante megapantalla que proyectaba coloristas imágenes a ritmo vertiginoso. La cantante australiana se travistió de geisha, de cheerleader, de diosa Shiva, de marinero y hasta de vedette del Copacabana. Lo mismo emergía del interior de una pirámide como descendía, cual trapecista suicida, de lo alto de una gigantesca calavera plateada. Todo con tal de epatar a los 12.000 espectadores que asistieron al concierto y que acabaron transformándose, gracias a temas como In my arms o I should be so lucky, en ese público incredibile dispuesto a convertir el Palacio de los Deportes madrileño en una discoteca ibicenca.