Contraportada

Siempre nos quedará la eurocopa

VUELTA DE HOJA El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, ha hecho un vaticinio sombrío: los tipos de interés van a subir. Eso ha hecho, no sólo que se dispare el Euribor, sino que pongamos nuestra esperanza en otros tipos. Cuando el dinero corre menos, crece el interés por los atletas y el deporte sirve de consuelo. A menos pan más circo. ¿Qué sería de nosotros si no surgieran ídolos? Cuando las despensas están, o amenazan que van a estar, vacías y hay que transformarlas en hornacinas para alojar en ellas a las veneradas figuras cuya hagiografía cuidan diariamente el Marca y el As. Estaríamos perdidos si, además de la pérdida de poder adquisitivo, no contáramos con gentes que nos permiten enorgullecernos. Curamos nuestro fracaso comunitario con sus triunfos individuales y los incorporamos a nuestra vida. Aunque nos vaya muy mal, siempre supone un consuelo que a Nadal le vaya bien o que José Tomás corte cuatro orejas en Las Ventas o que Cristiano Ronaldo exhiba sus habilidades en el Bernabéu. No me acuerdo de quién dijo que el deporte es el departamento de juguetes en los grandes almacenes de la vida humana, pero ahora se dispone nuevamente salvarnos. Todos los que nos proponemos quedarnos en casita mientras el Euribor llueve vamos a practicar la detestable virtud de la austeridad.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hacen falta más ídolos de la afición. Son absolutamente necesarios para delegar en ellos nuestros inexistentes logros. Un mileurista, con jornada de mañana y tarde, se siente orgullosísimo cuando su equipo gana la Liga. Alguien que no ha practicado más deporte que subirse a los taburetes de los bares relata las hazañas de Nadal en el Roland Garrós. Sería terrible que nos decepcionara la selección española de fútbol. En sus pies está resarcirnos del fracaso colectivo. Es lo mejor que tiene el deporte: no es preciso para ser su amante levantarse del sofá y adoptar otra postura.