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«Ya quisiera yo que otros tuvieran la sensibilidad de Jerez hacia el patrimonio»
El experto cree que «no es conveniente abrir al culto los dos templos» sino que «hay que aprovechar el momento para consolidarlos de una vez por todas»
Actualizado: GuardarA Emilio Yanes le gusta su trabajo y eso se nota. Dirige las obras de rehabilitación de las iglesias de Santiago y de San Dionisio y las conoce mejor que nadie.
-¿En qué estado se encuentra la Iglesia de Santiago?
-Santiago es una iglesia maravillosa calificada de catedral. Es de un gótico extremadamente elegante que presenta una sorprendente contradicción de fondo: esa belleza no va acompañada de fortaleza, de capacidad de resistencia o equilibrio, que es lo que uno espera. Es muy inquietante que a lo largo de la historia de Santiago se hayan ido produciendo ruinas prácticamente cada 25 años. En algunos casos, ruinas verdaderamente estrepitosas. En una ocasión en particular hubo una ruina sorprendente: la que ocurrió en 1955 cuando, tras la visita de tres arquitectos días antes -que emitieron un informe favorable-, se cayó el pilar con todas las bóvedas. Esa enfermedad intrínseca queda evidenciado por la dificultad que hay para evaluar el riesgo. Parece que está en perfecto equilibrio, que goza de maravillosa salud y, sin embargo, se arruina instantáneamente, sin preaviso. Cualquier edificio tiene una fracturación, unas deformaciones y con el tiempo acontece la ruina. Este edificio se ha caído sistemáticamente sin decir voy a caerme. Solamente un análisis muy técnico permite saber que la ruina es inminente. En este caso hemos llegado a tiempo, afortunadamente, porque los laboratorios Vorsevi fueron los que empezaron a hacer un análisis y se dieron cuenta de que la problemática era más grave de lo que aparentaba. Hay imágenes que demuestran que en el plazo de dos o tres meses la fractura se ampliaron de una forma brutal. Así que la Consejería de Cultura tuvo el acierto de dotar de dinero a esta actuación y declararla de emergencia, porque si no hubiera sido así, no tendríamos Santiago.
-Parece que llegaron in extremis.
-En tres meses se pasó de una fisuración incipiente a rajas en las que cabía una mano. La vez anterior se cayó en tres días.
-Hay problemas estructurales tan graves como la falta de cimentación ¿no es cierto?
-Hay algunas zonas que están construidas sobre la nada. Es tan curioso como que el muro arranca desde el interior, que está más alto que el exterior, con lo cual no hay ni siquiera muro hasta la cota del exterior, sino que arranca más arriba. Todo lo demás es relleno.
-Hace dos años que se cerró la iglesia. ¿En que fase se encuentran ahora las obras?
-En este momento hemos conseguido que todos los pilares que estaban en ruina inminente y la zona de la capilla bautismal se hayan tratado. En estos momentos podemos afirmar que el riesgo inminente ha desaparecido. Creemos que, como máximo, en mayo del año que viene podremos terminar.
-¿Qué técnica se está empleando?
-Es una técnica puntera que hemos utilizado ya en otros monumentos históricos y que da unos resultados excelentes. Se trata de inyectar varios tipos de productos: cemento bentonita, microcemento, polímero... dependiendo de los elementos que pretendamos consolidar: si es terreno, si es fuste de columna... Empezamos por el terreno, pasamos a la cimentación, los fustes y terminamos con la parte superior de bóvedas. Es una actuación integral, eso sí, de aquello que presentaba riesgo de ruina inmediata. No estamos haciendo nada que no sea de emergencia.
-O sea, que hay otros problemas en el edificio.
-Quedan muchos daños, muchas debilidades. La iglesia sigue presentando un problema de inestabilidad general pero eso no quita para que la ruina se haya evitado y que cuando terminemos este proceso, pueda empezar otro de consolidación definitiva y, por ultimo, otro de restauración y de puesta en valor, porque el templo lo merece de sobra.
-¿Para cuándo podría abrirse Santiago al culto?
-Una vez que termine la fase de emergencia se podría abrir pero mi opinión es que no se abra, que se aproveche este momento para sacar adelante esta catedral de una vez por todas para que el edificio perdure. Si una vez terminada la segunda fase, se inicia la de puesta en valor sí se podría compatibilizar con la apertura al culto. La fase de consolidación no debe ser simultánea con el uso del edificio.
-¿Era inevitable que Santiago llegara a esta situación o se tendría que hecho algo antes?
-Quien mejor conoce esta iglesia es Pons Sorolla, un arquitecto que en los años 50, con los medios que tenía, pudo decir que intuía que la iglesia presentaba un problema general de inestabilidad, pero no pudo hacer más. Los medios los tenemos ahora: capacidad informática, procedimientos de cálculo, programas de elemenos finitos válidos... pero sólo hace cinco años.
-En que estado se encuentran las obras de San Dionisio?
-San Dionisio estaba en una situación calamitosa, agravada además porque las obras empezaron con un poco de retraso y eso perjudicó al edificio.
-¿Qué problemas presentaba San Dionisio?
-Es diferente al caso de Santiago, es otra escala. No es lo mismo el elefante que el caballo. El elefante necesita unas patas robustísimas en comparación con el caballo porque la escala dispara las proporciones. Pero tan grave está uno como otro. Es un edificio menor con unos refuerzos menores, es más equilibrado. La piedra es muy degradable y tiene poca capacidad de resistencia. Además, la humedad le afecta de forma tremenda. Construimos de forma muy débil: la funda es bella pero el núcleo es el desecho que ha salido de hacer la funda. Lo metemos dentro del núcleo y así no sacamos escombros. Es duro de decir pero es una realidad absoluta. Las columnas de San Dionisio están rellenas de lo que sobra y por fuera tiene una epidermis de piedra tallada muy débil, incapaz de soportar los esfuerzos. En Santiago pasa igual, todo lo que tenemos es pura epidermis.
-¿Cuándo podrá volver San Dionisio a su actividad?
-San Dionisio lo vamos a terminar bastante antes que Santiago, por eso de las escalas. Puede que tengamos acabado lo que estamos haciendo para octubre o noviembre. Hay que decir lo mismo que en el caso de Santiago: estamos abordando solamente el problema gordo pero hay otros muchos problemas. Estamos impidiendo una ruina inminente. Se podrá abrir pero no creo que sea conveniente pero no porque haya riesgo -porque vamos a sacar del riesgo a San Dionisio-sino porque lo que vamos a resolver es evitar la ruina, no hacer una consolidación como les corresponde. Son dos edificios emblemáticos que requieren un esfuerzo.
-¿Qué opinión le merece el patrimonio de la ciudad?
-Teneis unos edificios bellísimos y merecen todo el esfuerzo pero, en general, tienen unas deficiencias desproporcionadas, algo muy serio y no sólo por el problema de las piedras sino que hay problemas de concepción de los propios edificios, están mal construidos. Se han hecho edificios bellos pero sin que se preocupen si se van a mantener o no: se rajan, se mueven permanentemente, se ataca por un lado y se abren por otro porque las cimentaciones o no existen o son desproporcionadamente grandes. Gozan de una salud sumamente precaria.
-¿Se está tomando cada vez más conciencia de la importancia de conservar el patrimonio?
-Creo que siempre la ha habido. Una cosa es tener conciencia y otra, tener medios y técnicas. Ya quisiera yo que otras ciudades de las que procedo tuvieran la misma sensibilidad que Jerez.
vmontero@lavozdigital.es