Pugnas partidistas frenan la elección del presidente
Nepal ya es una república, el rey Gyanendra ha recibido una carta para que abandone el palacio de Narayanhity en dos semanas y se ha abierto un nuevo capítulo en la Historia de este convulso país del himalaya. Pero eso no significa que haya acabado la crisis política, ya que los maoístas no se ponen de acuerdo con los otros partidos para formar gobierno. Debido a los deseos de cambio de la paupérrima población, la antigua guerrilla maoísta arrasó en las elecciones. Pese a la victoria, necesita el apoyo de las otras formaciones y, sobre todo, del Partido del Congreso, dirigido por el veterano Girija Prasad Koirala. A sus 84 años, este incombustible político, que representa al corrupto 'establishment' de la élite nepalí, ha sido primer ministro varias veces y actualmente ocupa la presidencia del país hasta que se promulgue la Constitución, por lo que quiere conservar dicho puesto.
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Sin embargo, el líder del Partido Comunista-Maoísta, Prachanda 'el feroz', advirtió ayer en un mitin ante 3.000 seguidores en el parque Ratna de Katmandú de que «no aceptaremos un presidente de otro partido que ha sido derrotado en las elecciones».
Aunque el cargo sea ceremonial y el poder ejecutivo recaiga sobre el primer ministro, el presidente será el jefe del Estado y controlará, por tanto, a los 95.000 soldados del Ejército, que pueden suponer una amenaza para la república porque tradicionalmente se han mantenido fieles a la monarquía. Por ese motivo, los maoístas esgrimen su triunfo electoral e insisten en acaparar ambos puestos.