OPINIÓN

Se impone la cordura

Como suele ocurrir siempre que surge una polémica en torno a un tema, sea del calado que sea, nadie está en posesión de la verdad absoluta. Ni Santi Santamaría tiene toda la razón cuando defiende el potaje de toda la vida, ni Ferrán Adriá cuando pretende que todo lo que comamos esté cocinado con nitrógeno líquido.

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Con el restaurante, o lo que sea, de la placita de Santa María del Mar, tres cuartos de lo mismo. El Ayuntamiento pretende dinamizar un espacio público que, pónganse como se pongan los vecinos, está infrautilizado. Y los ciudadanos que cada martes se manifiestan en el lugar de los hechos lo que quieren es poder disfrutar libremente del mismo. En medio, Pablo Grosso, que lógicamente busca seguir prosperando en su negocio.

Probablemente las tres cosas sean compatibles. La plaza tiene metros suficientes para colocar un chiringuito para quien quiera tomarse una cerveza mientras otros pasean o columpian a sus hijos. La cuestión es alcanzar una fórmula que satisfaga a todas las partes.

Por eso, el paso que dio ayer el Consistorio es positivo. Ha oído el clamor popular y ha reculado. Pondrá un restaurante más pequeño y santas pascuas. En esta historia, todos han dado un ejemplo de cómo deben actuar. Unos manifestando su opinión de manera libre. Otro apostando por crear negocio en Cádiz y otros admitiendo su error.

Sólo sobraban cosas como lo de los hippies y los viejos o algún mensaje fuera de lugar en las pancartas de las concentraciones. Pero bien está lo que bien acaba, si es que esto ha acabado aquí...