El 5% de inflación en agosto
Será de difícil remedio. La inflación se va a poner en el mes de agosto y septiembre por encima del 5 por ciento. Es verdad que en el último trimestre bajará levemente, hasta el 4,5 por ciento. El precio del petróleo es el principal culpable, pero otros productos como los alimentos van a contribuir lo suyo. Para que no se superara el 5 por ciento, el precio del barril del petróleo debería mantenerse entre los 120/123 dólares, nivel ampliamente superado en estos momentos.
Actualizado: GuardarAnte estas perspectivas es comprensible que el Gobierno se muestre preocupado y trate de buscar una solución al devastador efecto que una inflación de estas dimensiones puede tener sobre determinados colectivos, especialmente los pensionistas y los parados. El mayor crecimiento de las pensiones más bajas durante los últimos años ha quedado absorbido por el simple aumento de los precios durante los últimos meses en productos tan básicos como la leche, el azúcar, el arroz o la anunciada actualización de la tarifa eléctrica.
En el actual clima de desaceleración o crisis económica será necesario poner en marcha unas tarifas de tipo social que apliquen un menor incremento de precios a las rentas más bajas. El problema es que la aplicación de una fórmula de este tipo suele tener una cierta complejidad y crea unos usos nada recomendables y unos abusos no siempre fáciles de detectar. Pero no hay muchas alternativas si se quiere reducir el efecto de las subidas de precios sobre aquellos colectivos.
La inflación es el peor enemigo para la economía doméstica, para la de las empresas, para la del Estado... Tiene la gran capacidad de autoalimentarse y de poder convivir junto a nosotros sin mostrar en ningún momento su verdadera peligrosidad. En una red de pastelerías de Madrid puede encontrarse estos días un cartel que muestra muy claramente la facilidad que tiene también de extenderse: "Estimado cliente -dice la nota-, lamentamos comunicarle que, debido a las tremendas subidas de nuestros proveedores, nos vemos obligados a modificar nuestros precios". Estos carteles suelen ser frecuentes en ciudades de países con muy alta inflación, donde los precios suben de un día para otro y los comerciantes se sienten obligados a dar una explicación a su clientela. Sin embargo, nunca en España, ni siquiera en los años setenta y primeros de los ochenta, con una inflación siempre por encima del 10 por ciento, se había dado este sentimiento de un permanente encarecimiento de la vida.