Cosas que nunca cambian
Cuando tenía apenas ocho años, una noche se presentó en mi casa la Policía Nacional vestida de paisano. Recuerdo los murmullos en la planta baja de mi casa de La Liberación y como mi madre subía corriendo las escaleras para vestirse sin apenas tiempo a respirar. Mis abuelos, Paco y Carmen, tenían un almacén de alimentación en San Telmo y un par de toxicómanos decidieron atracarlos mientras que cerraban el negocio. A mi abuela le abrieron la cabeza con la culata de una escopeta y a mi abuelo, tras darle una paliza, casi le dejan sin su ojo derecho. Recuerdo el ataque de nervios de mi madre y el llamamiento a la calma de mi yayo que sabía a la perfección quiénes habían sido los dos yonquis que los agredieron de esa forma. Eran conocidos del barrio, chavales que en un momento de sus vidas eligieron el camino equivocado, un sendero donde la droga era la única forma que conocían para subsistir.
Actualizado: GuardarEn esa época los problemas en San Telmo comenzaron a generalizarse. Y me consta que mi abuelo dejaba a veces -cuando sabía que querían robarle- la venta de atrás del almacén abierta para que no hicieran más destrozos.
Ni en esa época el Ayuntamiento hizo nada ni ahora, que la situación es mucho más alarmante.
Los que somos de la Zona Sur, los que nos hemos criado en esta parte de Jerez, sabemos que los políticos mienten por sistema. Muchas veces hemos oído que iban a mejorar la seguridad en la zona y eso nunca ha ocurrido. No sé si será por falta de medios o porque, como dicen los vecinos del barrio, no interesa. Lo cierto es que los problemas siempre están allí, zonas donde los aspirantes a alcaldes (o alcaldesas) sólo van cuando hay elecciones. O que se lo pregunten a la junta directiva de la asociación del barrio de San Telmo.