CRÍTICA DE TV

Indiana

Conforme a la estrategia que ya ha aplicado otras veces, Antena 3 va a aprovechar el estreno cinematográfico de lo nuevo de Indiana Jones para ofrecer en su parrilla todos los títulos anteriores de la saga. Cuando se estrenó el Titanic de Cameron, Antena 3 emitió un telefilme de muy buen nivel sobre el mismo asunto. Lo propio hizo cuando la Troya de Petersen llegó a la pantalla grande. Y no sólo Antena 3 ha empleado el recurso: Telecinco echó mano de él cuando se estrenó lo último de La guerra de las galaxias.

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El caso es que vamos a tener Indiana Jones hasta en la sopa, y así los aficionados podrán volver a ver y, en su caso, grabar todas las películas del singular aventurero. Es interesante saber que Indiana Jones nació al mismo tiempo que Star wars: a George Lucas se le ocurrieron un par de historias donde se mezclaban ambos asuntos, el del arqueólogo aventurero y el escenario de ciencia-ficción. Dicen que fue Spielberg quien aconsejó construir dos narraciones diferentes en ambientes igualmente diferenciados. En los dos relatos figuraba en lugar central la búsqueda del Grial, y de hecho ese motivo permaneció bajo tópicos como el de la fuerza o el arca perdida.

Lo que se sabe bastante menos -y conviene recordarlo, porque nos toca un poquito del pastel- es que el personaje de Indiana Jones se inspira en una persona real: el aventurero inglés Percy Harrison Fawcett (1867-1925), coronel de artillería, geógrafo y espía del Gobierno británico, que sirvió en Ceilán y África del Norte y, además, fue amigo de los escritores A. Conan Doyle (el de Sherlock Holmes) y H. Rider Haggard (el de Ayesha y Las minas del rey Salomón). La parte que nos toca a nosotros es que Fawcett murió con 58 años perdido en las selvas del Brasil, buscando algo que durante los siglos anteriores había fascinado a miles de españoles: Eldorado, la mítica ciudad de oro cuyo rastro se tragó literalmente a numerosos conquistadores y que, por cierto, de existir, no puede ser otra cosa que la ya inmensamente dragada laguna de Guatavitá.

No es un azar, probablemente, que las aventuras de Indiana Jones comiencen con el arqueólogo profanando una tumba amerindia. Jones sale vivo de aquello; Fawcett se dejó allí la piel. Eso sí: puestos a construir un relato, era mucho más eficaz inventar un personaje al que se pudiera rodear de malos malísimos -nazis- y sugestivas damas, cosas de las que Fawcett careció, porque en su época no había malos universales y, en cuanto a lo de las damas, porque dicen que la esposa del militar inglés era de armas tomar. La gran ventaja de la ficción es que te permite sortear los molestos obstáculos de la vida doméstica. Por ejemplo: ¿quién remienda la baqueteada zamarra de Indiana Jones?