Málaga arropa a la familia del guardia civil asesinado por ETA en un emotivo funeral
Dolor y rabia en la despedida a Juan Manuel Piñuel, cuya viuda recibió emocionada su tricornio y la bandera de España que envolvía el féretro Manuel Chaves, Javier Arenas y Diego Valderas, entre las autoridades y políticos que asistieron al sepelio de la última víctima del terrorismo
Actualizado: GuardarVictoria Campos ha pasado a engrosar la larga lista de víctimas del terrorismo en este país. La viuda de Juan Manuel Piñuel Villalón, el guardia civil de 41 años asesinado por ETA en la madrugada del miércoles en Álava, recibió ayer el calor de la ciudad durante el sepelio que tuvo lugar en el Parque Cementerio. Medio millar de malagueños se acercaron al sepelio. Hubo mucha emoción y lágrimas de funcionarios con uniformes y de ciudadanos anónimos que dieron vivas a la Guardia Civil y a España.
Más de un centenar de compañeros de Juan Manuel Piñuel, con uniforme de gala, formaron un pasillo en la explanada de la necrópolis por donde pasó el coche fúnebre con los restos mortales del infortunado guardia, nacido en Melilla pero con residencia en Málaga.
Eran las 16.20 horas. Arriba, junto a la capilla, esperaban el presidente del Gobierno andaluz, Manuel Chaves; el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el delegado del Gobierno central en Andalucía, Juan José López Garzón; el presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, Juan José Imbroda; el líder andaluz del PP, Javier Arenas; el máximo dirigente regional de IU, Diego Valderas; el teniente general Virgilio Sañudo Alonso de Celis, jefe de las Fuerzas Terrestres en Andalucía, y el general de brigada Antonio Dichas, jefe de la 4º Zona de la Guardia Civil de Andalucía. También estuvieron concejales y diputados de distintos partidos políticos.
Acompañando a los familiares tras el féretro iban el subdelegado del Gobierno, Hilario López Luna, y el coronel jefe de la Comandancia de Málaga, José Espinosa Villegas, así como mandos del Cuerpo Nacional de Policía y de la Policía Local.
Ocho miembros de la Benemérita portaron sobre sus hombros el ataúd, envuelto con la bandera de España. En el momento de subir las escalinatas de acceso a la capilla sonó la marcha fúnebre 'Mater mea', que es con la que cada Miércoles Santo sale a la calle el Cristo de la Expiración, Protector de la Guardia Civil. Una vez que el féretro estaba en la parte superior, se giró de cara a la explanada y se interpretó el himno nacional, que dio paso a vivas y a aplausos al agente fallecido.
La ceremonia religiosa, que duró 45 minutos, fue presidida por el obispo de la diócesis, Antonio Dorado Soto, y concelebrada por el vicario general, Alfonso Fernández-Casamayor; el vicario de Málaga, Francisco González; el secretario canciller, Alejandro Pérez; el canónigo Felipe Reina; el subdelegado episcopal de Medios de Comunicación, Rafael Pérez Pallarés, y el cura que casó a Juan Manuel y a Victoria, Carlos Acosta, párroco de la iglesia San Juan de la Cruz, entre otros sacerdotes.
Homilía
El obispo dijo en la misa, parafraseando a Jesús: «Me han arrancado la paz y ni me acuerdo de la dicha». Luego se refirió al guardia civil asesinado y sus últimos momentos en Málaga hace tan solo unos días. «Cuando acababa de estar con vosotros, sus seres queridos, y de ver sus sueños al alcance de la mano, unas manos crueles y una ideología asesina le han quitado la vida y os han quitado la paz y la alegría», afirmó Dorado.
Durante la ceremonia religiosa se vivieron momentos de honda emoción. A la viuda se le veía muy afectada. En el templo no cabía un alfiler y numerosas personas tuvieron que quedarse fuera sin poder entrar.
De nuevo se vivieron momentos de rabia y dolor cuando el féretro salió, acabada la misa, a la puerta de la capilla para recibir los últimos honores. Sonó el himno de la Guardia Civil y a más de uno se le puso un nudo en la garganta. Algunos de los agentes no pudieron reprimir las lágrimas por la cruel muerte del compañero. Hubo un contagio generalizado en Parcemasa. Una escuadra de gastadores de la Guardia Civil disparó una salva al aire en honor de Juan Manuel Piñuel. Retiraron la bandera roja y gualda del féretro y, junto al tricornio del fallecido, el general Dichas se la entregó a la viuda. Hubo un breve diálogo. Victoria Campos la recogió emocionada y la apretó entre su pecho.
Incineración
De nuevo el 'Mater mea' empezó a sonar. El acto había expirado. Entre el grupo de familiares de la víctima mortal de ETA se encontraba el hermano mayor de la Cofradía de la Expiración, Amando Alonso, hermandad que tiene a la Benemérita como su hermano mayor honorario. Los ocho guardias civiles volvieron a introducir el féretro en el interior de la capilla para la incineración de los restos mortales de Juan Manuel Piñuel. La comitiva se deshacía y se despedía. Manuel Chaves, antes de abandonar el camposanto y ante la insistencia de los periodistas, calificó el atentado de vil y cruel «pero al mismo tiempo tan inútil». Abogó por la unidad de todos para luchar contra ETA.
Por su parte, Javier Arenas lamentó que «una vez más las garras de los asesinos terroristas han destrozado una familia joven» y mostró su deseo de que se recuperen los heridos porque «ya a Juan Manuel no se le puede devolver la vida». El líder andaluz del PP dijo tener claro que «nunca se puede negociar con el terrorismo» y que hay que utilizar los instrumentos del Estado de derecho «para conseguir finalmente su derrota sin ofrecerles nada a cambio».
Banderas a media asta
Por la mañana, hubo una nueva concentración ante las puertas del Ayuntamiento, a la que acudieron las principales autoridades locales, sindicales y religiosas, y casi dos centenares de ciudadanos. Las banderas del palacio municipal ondearon a media asta en memoria de Juan Manuel Piñuel, el guardia civil que hace un mes se fue al País Vasco con el propósito de venir trasladado antes a Málaga. La explosión de un coche bomba aparcado por la banda terrorista junto a la casa cuartel en la que él hacía guardia adelantó ese destino.