EN RUINAS. Aspecto que presentaba la casa cuartel tras la explosión del coche-bomba. / AP
ESPAÑA

Buscan pistas en el coche que los etarras abandonaron en su huida

El miembro de ETA que aparcó la furgoneta-bomba a pocos metros de la casa cuartel de Legutiano cubrió su rostro con un pasamontañas que luego fue recuperado en el coche que utilizó el comando para huir. Este turismo, un Peugeot 306, fue robado el 14 de abril en Berango y escondido durante un mes en algún local de la infraestructura que tiene el comando Vizcaya.

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Los terroristas utilizaron ayer tres vehículos para cometer el atentado. La furgoneta Citröen Berlingo, de color rojo oscuro, cargada con una importante cantidad de explosivos, tenía las placas de matrículas dobladas. Había sido robada en Francia el pasado 16 de abril. Quedó irreconocible, pero el propietario ha identificado un llavero de su propiedad que apareció en el lugar del atentado. El segundo vehículo, el Peugeot 306 utilizado para huir del lugar del crimen, fue localizado por la Ertzaintza una hora después en una pista forestal del puerto de Urkiola. El comando lo había abandonado con una garrafa de gasolina y una botella adosada, a las que habían unido un dispositivo de iniciación para provocar su incendio. Sin embargo, el mecanismo falló y el turismo quedó intacto.

Las fuerzas de seguridad inspeccionaron minuciosamente el coche en busca de huellas y restos de ADN que permitan identificar a los autores del atentado. Los hallazgos de pasamontañas ya han resultado fundamentales en otras investigaciones por terrorismo y kale borroka, ya que suelen guardar restos de saliva.

Los etarras se arriesgaron a desplazar el Peugeot 306 desde su escondite hasta Legutiano, a pesar de tratarse de un coche cuyo robo había sido denunciado, sin preocuparse por doblar las placas de matrícula. Los expertos creen que probablemente confiaron en que la noche les facilitaría un desplazamiento discreto y que utilizaron un tercer turismo como vehículo lanzadera que les pudiera prevenir de cualquier presencia policial.

Las cámaras de vigilancia del cuartel recogieron el modus operandi. Un activista aparcó la furgoneta-bomba, activó un temporizador con una cuenta atrás que no llegó al minuto y corrió al Peugeot 306, donde le esperaba, al menos, otro compañero.