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El terremoto causa vómitos en los grandes rascacielos

Cruje el techo. A partir del piso 15 la gente se marea sin razón aparente. En el 25, se nota un ligero movimiento. A partir del 60, en la torre Jin Mao, el edificio más alto de Shanghai, los trabajadores vomitan. Son las 14.46. Han pasado casi veinte minutos desde que la tierra se ha enfurecido en Sichuán, y los 2.500 edificios de 18 plantas o más de la capital económica de China han comenzado a temblar. Las autoridades ya estaban sobre aviso, y los desalojos se han realizado con rapidez y calma. «Hablaba por teléfono con mi jefe cuando he comenzado a sentirme mal, como si tuviera un bajón de tensión, como si se me fuera la cabeza y estuviera perdiendo el equilibrio», contó anoche Edurne Altuna, trabajadora en Shanghai de una empresa española. «Entonces han venido mis compañeras y me han dicho que era el edificio el que se movía. Y que estaban evacuando toda la calle».

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Rápido desalojo

En pocos minutos, los gigantes de vidrio y acero estaban vacíos, y el gentío que llenaba las principales arterias de la ciudad más poblada del gigante asiático miraba a lo más alto de los edificios sin entender muy bien qué sucedía. No había forma de hacer llamadas, y quienes tienen familiares en Sichuán mostraban una clara desesperación. La red había quedado colapsada. A esa misma hora, Pekín soportaba un temblor de 3,9 grados en la escala Richter. Las calles de la capital que organizará los Juegos Olímpicos dentro de tres meses también se llenaban de gente. Cundían el temor y la incredulidad entre los que se veían conminados a abandonar los edificios a golpe de megáfono. «Se ha empezado a mover todo el edificio. No podía creer que estuviera viviendo un terremoto», comentaba a la cadena de televisión estatal CCTV una residente de Pekín. A las 14.51, finalmente la tierra quedaba en calma, a la espera de las 300 réplicas imperceptibles.