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Encarnizados combates entre Hezbola y partidarios del líder druso Jumblat

Se cumple una semana desde que Hezbola cruzara la línea roja y ordenara a su milicia tomar por la fuerza Beirut. Desde entonces al menos sesenta personas han perdido la vida y otras doscientas han resultado heridas en los enfrentamientos entre partidarios del Gobierno de Líbano y las fuerzas de la oposición. El conflicto político que vive el país desde hace siete meses ha dado el salto a las armas y en la última semana las diferentes confesiones musulmanas -suníes, chiíes y drusos- se han visto envueltas en una escalada de violencia en la que, de momento, sólo se mantienen a salvo los cristianos.

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El último episodio de este escenario de auténtica preguerra civil se vive en las montañas del Chouf, al sudeste de la capital, donde milicianos de Hezbola se enfrentan a los hombres leales al líder druso partidario del Gobierno, Walid Jumblat. Los enfrentamientos, en los que se han empleado armas pesadas, cesaron a última hora de la tarde a la espera de un posible pacto entre ambas partes.

Desde la oficina de Hezbola en el sur de Beirut el mutismo es absoluto. Los responsables evitan a la prensa, pero al referirse a la ofensiva en la montaña drusa argumentan de forma esquemática que se trata «de la defensa de los hermanos chiíes que habitan en la zona», en referencia a las dos aldeas con presencia de esta confesión en un área eminentemente drusa. Otras fuentes cercanas al Partido de Dios van más allá y justifican la operación con el argumento de que los hombres de Jumblat «disponen de un arsenal de armas pesadas y cuentan con un pequeño aeropuerto militar que ponen al servicio de los aviones israelíes».