ANGUSTIA. Un joven que tiene atrapada una pierna bajo una viga es auxiliado en Dujiangyan. / REUTERS
MUNDO

China tiembla y recuenta muertos

El seísmo de 7,8 grados de magnitud que sacudió ayer la provincia de Sichuán segó al menos 8.500 vidas y dejó más de once mil heridos Pekín pide «calma, confianza y eficiencia en las labores de rescate»

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A 29 kilómetros de profundidad, 31 grados latitud norte y 103 longitud este, bajo la ciudad de Wenchuan, provincia de Sichuán, en el centro-oeste de China, a las 14.28 horas de ayer la tierra descargó toda su furia. Un terremoto de magnitud 7,8 en la escala Richter devastó la región de la Prefectura Autónoma de Aba, situada a 146 kilómetros al noroeste de la capital provincial, Chengdu, el principal centro industrial del interior del país. El temblor fue seguido de otros cuatro de grado superior a cinco, entre las 14.40 y las 16.00 horas, y de hasta trescientas réplicas de fuerza menor a cuatro.

Hasta el momento, se estima que el seísmo ha dejado alrededor de 8.500 muertos y 11.000 heridos, unos datos que ya lo convierten en el peor sufrido por el gigante asiático desde que, en 1976, otro de idéntica fuerza se cobró 260.000 vidas, aunque posiblemente la cifra de víctimas se quede corta.

El temblor se hizo sentir ayer en toda Asia oriental, hasta en ciudades tan alejadas del epicentro como Bangkok o Hanoi, a más de 3.000 kilómetros de Wenchuan, donde están censadas 111.800 personas. Según medios de comunicación chinos, edificios de provincias como Yunnan, a unos mil kilómetros, también han sufrido desperfectos, y muchos hogares de Chengdu muestran grandes grietas, aunque no se han confirmado derrumbes en la capital.

Las autoridades consideran que la «zona letal» del terremoto se concentra en una circunferencia de cien kilómetros en torno al epicentro, a donde todavía no han podido acceder los equipos de rescate, y cuyas líneas telefónicas permanecen cortadas.

En el condado de Beichuang Qiang, uno de los lugares más cercanos al centro del seísmo a los que se ha podido llegar, a unos 30 kilómetros, miembros del gobierno local aseguran que un 80% de los edificios han quedado completamente destrozados, y que podría haber entre 3.000 y 5.000 muertos, unos datos que han hecho cundir el pesimismo entre la población.

Viaje del primer ministro

El primer ministro del país, Wen Jiabao, se desplazó de inmediato a la zona de la catástrofe, en la que habita una numerosa comunidad de etnia tibetana que protagonizó disturbios durante los incidentes del pasado mes de marzo, y se encuentra ahora al frente de la operación de ayuda en la ciudad de Duyiangyan, a unos cien kilómetros del epicentro y una de las más castigadas por el terremoto. Durante su vuelo desde Pekín, Jiabao pidió «calma, confianza y eficiencia en las labores de rescate» a la población china y a los militares que el Gobierno ha desplazado a la zona afectada.

Por su parte, el presidente, Hu Jintao, ordenó el uso de «todos los medios que sean necesarios» para rescatar a los supervivientes y reconstruir los lugares afectados. Ambos mandatarios hicieron un llamamiento a la unidad y a la solidaridad de la población.

Aunque en un primer momento se temió por la posibilidad de que la presa de las Tres Gargantas, el mayor proyecto hidroeléctrico del mundo, situado en la provincia de Sichuán, hubiera sufrido graves daños que amenazaran con inundaciones en las zonas cercanas, las autoridades se apresuraron a confirmar que la estructura, aún en construcción, ha resistido el movimiento telúrico. No obstante, un grupo de expertos ya está haciendo una evaluación exhaustiva de los daños que ha sufrido.

«Era un caos»

Mientras tanto, los afectados más afortunados hacen balance de las pérdidas materiales. Hai Mingwei, residente de la capital de Sichuán, relataba anoche cómo el seísmo lo tiró al suelo en plena calle. «Por un momento pensé que había perdido el equilibrio, pero comprendí que lo que sucedía es que todo estaba temblando. La gente salía corriendo de los edificios, gritando que fuéramos al parque. Era un caos». Cuando regresó a su apartamento, Mingwei se encontró con que «todo estaba por los suelos, y algunas ventanas habían estallado». Tras conocer lo sucedido en las zonas más afectadas, se mostraba «contento de estar vivo».

No es la primera vez que el oeste de China se ve sacudido por seísmos destructivos. La zona se encuentra en la confluencia de las placas tectónicas india y asiática, que crean la cordillera del Himalaya, y ha sufrido importantes terremotos, como el que en 1933, de grado 7,5, dejó 9.000 muertos.

Aunque, generalmente, la mayoría de temblores se da en zonas poco pobladas o deshabitadas, ayer la ira de la naturaleza volvió a sembrar China de miles de cadáveres.