INCANSABLE. Hillary Clinton, durante un acto de campaña ofrecido en el Departamento de Bomberos de Merrillville, en Indiana. / AP
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Último aviso para Hillary Clinton y Barack Obama

El Partido Demócrata advierte a los candidatos que se enfrentaron ayer en Indiana y Carolina de que su interminable pugna pone en peligro la victoria final

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En vísperas de que Indiana y Carolina del Norte tuvieran su oportunidad de decantar las primarias de un lado o de otro, el presidente del Partido Demócrata recurrió a una buena noticia para lanzar una advertencia: «Miles de personas están dejando el Partido Republicano para votar en nuestras primarias», anunció Howard Dean con voz de júbilo. «Lo único que puede impedir que ganemos las presidenciales en noviembre somos nosotros mismos».

Sólo en Indiana, donde pronunció estas palabras el domingo por la noche, se han registrado 200.000 nuevos votantes. Por primera vez en cuarenta años los candidatos recorrieron a conciencia el estado y han puesto en pie una organización de oficinas y voluntarios que dejará frutos más allá de las primarias. Gracias a ello los republicanos, que han ganado invariablemente en Indiana desde 1964, no podrán darlo por descontado este año. Su candidato John McCain, que cuenta con pocos 'fans' entre los verdaderos conservadores, tendrá que hacer más de una parada en la tierra donde Barack Obama ha jugado al baloncesto y Hillary Clinton ha tomado unos chupitos de whisky.

Ambos aspirantes escuchaban en silencio desde las mesas del Centro de Convenciones de Indianápolis el miedo de sus correligionarios, expresado en voz alta por el líder de su partido. «John McCain no va a ganar estas elecciones, a menos que le dejemos», recalcó Dean. «Tenemos que unirnos alrededor del candidato que salga elegido. Esta es una contienda dura, donde la gente se involucra profundamente. Será duro si tu candidato no es el que gana, pero es importante recordar que en el largo plazo esto no se trata de Barack Obama o Hillary Clinton, sino del futuro de nuestro país. De restaurar la autoridad moral de EE. UU. en el mundo, en vez de poner en contra a la gente», clamó.

La suposición de que el duelo entre titanes está abriendo camino al candidato republicano se ha demostrado una realidad palpable. Los ataques que se lanzan los dos demócratas son, en palabras de un asesor de McCain citado por la revista 'Newsweek', «maná del cielo». Desde que Hillary Clinton logró colgar a su rival la etiqueta de elitista, se ha escuchado a los asesores del republicano practicando en voz alta las burlas que repetirán en noviembre. «¿Sabes a qué precio está la arúgula (rúcula)?», se mofaban dos de ellos en referencia a un comentario de Obama sobre lo que cobra por ello la cadena de supermercados ecológicos Whole Foods.

Anuncios republicanos

En Carolina del Norte, el Partido Republicano ha abierto sus arcas para mostrar en anuncios de televisión la relación entre Obama y su incendiario pastor Jeremiah Wright, convencido de que Clinton será una candidata más fácil de batir. En ese estado los seguidores del senador por Illinois ya no saben de dónde le vienen los golpes.

Algunos votantes han recibido advertencias telefónicas de que si el candidato «socialista» gana les retirarán la ayuda de beneficencia, la pensión o el seguro médico. Otros se han encontrado en su correo electrónico e-mails con citas «antipatrióticas» del reverendo y observaciones de que Obama no lleva en la solapa la chapa de la bandera estadounidense, sin mencionar, por supuesto, que ningún candidato la lleva.

Entre todos los temores a explotar, el de la raza es el más difícil de cuantificar. Según una encuesta de 'Newsweek', el 19% de los estadounidenses cree que el país no está preparado para convertir a un negro en presidente, pero si bien sólo el 3% de los blancos admite que el color de la piel influye negativamente en su voto, el 41% cree que sus compatriotas tienen «algunas reservas», que no están dispuestos a admitir, sobre apoyar a un candidato afroamericano.

Ese estigma que muchos votantes llevarán en secreto a las urnas es uno de los datos que analizarán hoy los notables del Partido Demócrata a la hora de decidir su voto de superdelegado. Indiana, con un 86% de población blanca, fue la capital del Ku Klux Klan en los años 30. Todavía hoy esa organización tiene cinco sucursales en el estado. En ciudades como Martinsville, una hora al sur de Indianápolis, el último censo de 2000 indica la presencia de sólo 11 afroamericanos entre sus 11.698 habitantes. Pero es que en el anterior no figuraba ninguno. La única mujer de color que vivía en la ciudad, Diana Griggs, tuvo miedo de inscribirse.