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El muñeco que venció al tiempo
40 años después de su nacimiento y 25 tras dejar de fabricarse, los madelman aún «lo pueden todo»: una empresa cántabra compra los derechos para devolverlos a las tiendas
Actualizado: GuardarSuena el timbre. Juan Díez contesta al telefonillo del portero automático y no puede reprimir la euforia. «Es el cartero, que me trae un paquete certificado», anuncia, mientras esboza una sonrisa de niño malo. «Tiene que ser el último madelman que me he comprado por Internet». Tras recoger el envío, apoya la caja en la mesa de la sala y, cutter en mano, procede a su apertura con precisión quirúrgica. Primero el plástico protector, luego la cinta de embalaje, después el cartón... Lleva ocho años coleccionando con mimo estos muñecos articulados con los que ya jugaba de crío y no entra en sus planes dañar su pequeño tesoro por ahorrar unos segundos. El relleno de periódicos escritos en caracteres chinos disipa las dudas. Efectivamente, se trata de un guerrillero con todos sus complementos, que Juan ha conseguido en Hong Kong por 200 euros. «Ya lo tenía, pero éste trae la caja original y el mío lo guardo en una hecha por mí», dice para justificar la compra.
Dejando a un lado lo anecdótico de que un producto cien por cien made in Spain como el madelman -la versión nacional de las famosas figuras Gi Joe estadounidenses- haya que buscarlo en el lejano Oriente, la verdad es que el tráfico de estos modelos de 17 centímetros de alto, que dejaron de fabricarse en 1983, constituye un negocio inimaginable. «Mi amigo chino los compra en EE UU», aclara Juan.
Nacido en Galdácano hace 32 años, este informático ha convertido su afán coleccionista en algo que va más allá de la mera afición. «Si dedicara el mismo esfuerzo a asuntos más serios, seríamos millonarios», bromea su novia, a quien hace poca gracia que un armario de la casa esté ocupado por los más de cien muñecos que conserva cual reliquias en sus cajas, a salvo de todo peligro y, en especial, de las manitas de sus sobrinos. «A ver si termino la colección, me faltan dos, y luego pongo en marcha una página web con todos ellos».
Objeto de coleccionismo
Rezaba la publicidad que «los madelman lo pueden todo». Hasta el punto de que es posible que consigan resucitar. La empresa cántabra Ideas de Juguete ha llegado a un acuerdo con el actual dueño de la marca Madelman para lanzar al mercado una figura conmemorativa del 40 aniversario de su nacimiento, que se celebra durante 2008. Y es que, por más que en el último cuarto de siglo apenas se haya oído hablar de ellos, nunca desaparecieron del todo.
Los coleccionistas e Internet han mantenido vivo al muñeco creado por los industriales Arnau y Campos en 1968. Son muchas las páginas en las que se narra la historia de unas figuritas por las que algunas personas están dispuestas a pagar miles de euros. De hecho, el muñeco inspirado en la película de Stanley Kubric 2001: Una odisea en el espacio, del que se dice que no quedaba ninguno en España, alcanzó los 3.000 euros en una subasta on line.
Una de las webs más completas es la de José María Padilla. La última actualización es de 2003 y el diseño gráfico está bastante desfasado, pero la cantidad de información recopilada es tal que en el mundillo se refieren a ella como la enciclopedia. «Es una referencia», señala Ángel Garrido, responsable de Ideas de Juguete. Este empresario cántabro ha conseguido convertir su añoranza por los juegos de su infancia en una forma de vida. De hecho, tiene su propia marca de figuras articuladas, Littleman. «Con ellos nos dirigimos a los mismos coleccionistas de los madelman, pero también al público infantil (un littleman cuesta 12 euros). Estamos convencidos de que los juguetes de toda la vida todavía tienen su sitio y el lanzamiento, antes de final de año, de la réplica conmemorativa de madelman va a ser un paso de gigante para nuestra pequeña empresa». De hecho, los planes de Garrido no son tan diferentes de los que tenían dos jóvenes hace cuatro décadas. Uno de ellos era Josep María Arnau, el hijo del fundador de la casa Exin (Exclusivas Industriales S.A.), fallecido hace poco menos de un año; el otro, Andrés Campos, su socio, con el que había adquirido una empresa de extrusión de plástico al borde de la quiebra en el municipio madrileño de San Martín de la Vega (donde hoy se levanta el Warner Bross Park). Tras una visita a Estados Unidos, a los empresarios les llegó la inspiración de cuál era el rumbo que debía seguir Manufacturas Delgado (Madel) para solventar su crisis. En torno al año 1966 pusieron en marcha el Proyecto Madelman, en el que contaron con el escultor Alfonso Díaz, de cuyo talento surgirían unas minúsculas tallas de 17 centímetros (el tamaño mínimo para que fuera posible coser las mangas de la ropa) con articulaciones móviles libres de los elásticos habituales en la época, gracias a un ingenioso engranaje de 23 piezas. A pesar de sacar al mercado unos cien muñecos de acción diferentes, la producción siempre fue semiartesanal.
El muñeco se convirtió pronto en un fenómeno. «Su irrupción en los escaparates lo hizo objeto de deseo para generaciones de niños y niñas, aunque fueron muchos menos los afortunados que pudieron disfrutar de ellos», explica Antonio Chaves Cuiñas, presidente de la Fundación Raquel Chaves, entidad dedicada al estudio y recuperación de juegos y juguetes antiguos y de colección, y coordinador del Museo Gallego de la Infancia de Vigo. «El madelman desarrollaba aspectos pedagógicos referidos al juego de imitación, la evocación simbólica y la actividad individual o asociativa», expone. Más sucintamente expone las virtudes del muñeco un cuarentón que de niño poseyó un par de buzos: «Me lo pasaba como un enano».
El madelman fue un juguete excelente, opinan los expertos, y los ciudadanos de a pie coinciden en su valoración. A finales de 2000, la revista Juegos y Juguetes de España planteó una encuesta entre sus lectores para escoger los 20 juguetes más significativos del siglo XX. El madelman aparece ocupando el puesto 14, con un porcentaje de votos del 24,4%. Claro que siempre es más fácil brillar cuando uno forma parte de un equipo. «La firma Exin aparece bien representada en esa clasificación, con juguetes tan emblemáticos como el Scalextric (2º), Cine Exin (3º) o Exin Castillos (8º)», recuerda Chaves.
Puede que a los niños del siglo XXI les deje fríos un muñequito de plástico que se vende en una cajita de cartón. Seguramente no reconocerán a los personajes en que se inspiraron las ilustraciones de sus envoltorio, actores de Hollywood tan famosos como Gary Cooper o Steve McQueen.
Y el eslogan de «Lo pueden todo», tan impactante en aquellos pacatos años 70, les parecerá grandilocuente y ridículo. Pero en la mente de aquellos niños, sus padres ahora, eran héroes.