'Cádiz power', entre el show y la terapia
L a escenificación del «poder gaditano» en los gobiernos de Madrid y Sevilla que el viernes montó el secretario general del PSOE Francisco González Cabaña, en la sede de San Antonio, resulta, pese a la destacada ausencia de Bibiana Aído, una maniobra curiosa de marketing político, destinada a dar respuesta a quienes han reclamado una mayor representación de la provincia en los sitios donde se manda, o sea, los ejecutivos central y autonómico. Con todo, más allá de que los resultados hayan sido los apetecidos, que el impacto mediático resulte del gusto de su promotor, etc., yo creo que en la propia idea, en el show, hay matices interesantes de considerar, con independencia, ya digo, de cuánto pese luego el dossier de Prensa.
Actualizado: GuardarAl reunir a tres ministros, un consejero y tres viceconsejeros bajo la etiqueta de gaditanos se monta un cuadro de ribetes patrioteros, localistas, hasta chovinistas, difíciles de encajar en un planteamiento digamos moderno, europeísta. Pareciera que se da carta de naturaleza a la idea de que en política cada uno tira para lo suyo, es decir que si hay gente de Cádiz en Madrid nos irá bien y si no, estamos perdidos. Debe, entonces, ser verdad que al final los cargos públicos lo que quieren es ser reconocidos en su pueblo, en su calle, en su casa, y aunque alcancen las más altas magistraturas, al final mueren por que cuando vuelvan al bloque donde vive su madre, los vecinos se apelotonen para aplaudirles admirados.
Llamarlo lobby, por otra parte, rebaja la categoría de los representantes del pueblo seleccionados. Los lobbys son grupos de presión organizados para influir en el poder, pero no son el poder mismo, como se supone que sí resultan ser los componentes de los Gobiernos de la nación y de la comunidad citados. Aunque, si se quiere explicitar que se conjuran para trabajar por los intereses gaditanos, acabáramos. ¿Qué se supone que van a hacer si no?
El montaje, por otra parte, transparenta a su pesar algunas de las pesadillas recurrentes, neuras o complejos que arrastra la «familia» socialista gaditana. Así que no sé si también Cabaña, con la foto del viernes, quiere negar las críticas acerca de la falta de una clase política gaditana propia, autóctona y radicada en la tierra, porque, como se sabe, los principales líderes socialistas de la provincia están, y han estado, en misiones de más rango, en Madrid, como fue el caso de Alfonso Perales, y en Sevilla, Luis Pizarro. En este sentido, quizá la imagen del gaditan power no sea muy eficaz. Ellos tampoco están aquí. Y, detalle curioso, no asistió Chaves, que es cabeza de lista por la provincia desde la noche de los tiempos.
Pero sobre todo, a mí me parece que en el acto del viernes hay una «terapéutica» dirigida a las propias bases electorales socialistas gaditanas. Es una manera de decirles que se va a zanjar de una vez por todas la llamada «deuda histórica» del PSOE con Cádiz, esos años perdidos en disputas internas de los que la provincia se resintió. Es, en cualquier caso, una lectura de honestidad política que viene bien reconocer.
Más matices: Quizá ni son todos los que están ni están todos los que son. Además, no me parece que sean tantos, sobre todo en Sevilla, donde falta cuota (uno de dieciséis) y, sobre todo, cierto consejero cualificado que ha quedado inexplicablemente desaprovechado, relegado al Senado.
Al final, esta representación de «orgullo socialista gaditano» tendrá la prueba del algodón así que pasen cuatro años, cuando acabe la Legislatura. Veremos.
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