El candidato conservador a la alcaldía de Londres, Boris Johnson (d), saluda al derrotado alcalde, Ken Livingstone (i). /EFE
LOS PEORES RESULTADOS EN 40 AÑOS

La pérdida de Londres agudiza el descalabro laborista

El ex periodista 'tory' Boris Johnson sustituirá en la alcaldía de la capital a Ken Livingstone

LONDRES Actualizado: Guardar
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El de ayer fue el particular "viernes negro" del laborismo inglés: la pérdida de la capital y el fuerte batacazo en el resto de municipios de los comicios celebrados en Inglaterra y Gales son un desastre para ese partido y su líder, Gordon Brown. Desde hacía 40 años, los laboristas no habían sufrido una humillación semejante en las urnas. Un ex periodista 'tory', Boris Johnson, será el nuevo alcalde de Londres tras la derrota de Ken Livingstone.

La pérdida más dolorosa, por su valor simbólico, es la de la alcaldía de Londres, auténtico feudo desde el 2000 del laborista Ken Livingstone, expulsado ahora del poder por un ex periodista "tory" con aires de bufón simpático, propensión a meter la pata, y sin experiencia política de primera línea: Boris Johnson.

De extrapolarse a unas elecciones legislativas, los resultados de los comicios del jueves, dados a conocer más de 24 horas después del cierre de los colegios, darían a los conservadores una amplia mayoría en la Cámara de los Comunes y por tanto el gobierno de la nación.

Brown, el derrotado

Brown, que heredó el cargo a finales de junio directamente de Tony Blair y no se atrevió a convocar elecciones legislativas a finales del año pasado en vista de que los sondeos no le garantizaban la victoria, puede esperar aún hasta el 2010 para hacerlo, y los observadores creen que agotará el plazo.

Puede repetirse la historia que protagonizó el conservador John Major. El revés sufrido en otras elecciones locales, las de 1995, sólo fue el preámbulo de una derrota todavía más dura dos años más tarde, cuando fue expulsado del poder por el laborista Tony Blair.

Major sucedió a la carismática 'Dama de Hierro', Margaret Thatcher, tras una rebelión interna del Partido Conservador, y sólo pudo aguantar dos años, destino que algunos empiezan a augurar ahora también a Brown, a quien sus enemigos acusan de haber forzado con sus maniobras la salida prematura de Blair del número 10 de Downing Street.

No resulta difícil atribuir el batacazo electoral a Brown por las torpezas y vacilaciones que han caracterizado la gestión del actual primer ministro en los últimos meses, aunque también han influido factores económicos fuera de su control.

Un liderazgo en caída libre

La tardanza en resolver la crisis del banco Northern Bank, nacionalizado tras fuertes inyecciones de dinero público, la creciente inflación, las dificultades para conseguir hipotecas, todo ello parece haber acabado con el crédito de que gozó Brown como ministro de Economía cuando se ufanaba de haber presidido el mayor período de estabilidad económica en la historia de este país.

A ello se añade el fuerte malestar en las bases laboristas por la decisión del Gobierno de eliminar la franja impositiva más baja - de sólo un 10%- que beneficiaba a las personas de menores ingresos, lo que provocó la rebelión de un sector del partido y obligó al propio Brown a reconocer que pudo equivocarse.

El Partido Laborista aparece cada vez más dividido y las tensiones no se limitan a asuntos económicos, sino que afectan también a otros como la defensa de los derechos humanos en la lucha antiterrorista.

Brown pretende ahora aumentar de 28 a 42 días el período de detención sin cargos de un sospechoso de terrorismo, algo que no convence no sólo a la oposición, sino tampoco a la propia izquierda laborista y va a provocar nuevas tensiones internas.

La temida pérdida de la alcaldía de Londres ha certificado todos los temores del Partido Laborista tras el descabro sufrido en las elecciones locales de Inglaterra y Gales, que los dejan como tercera fuerza política del país a 20 puntos de distancia del 44% del apoyo recabado por los conservadores y por detrás de los liberal-demócratas.