Amor con fronteras
Un ciudadano francés, despojado de la nacionalidad gala tras casarse legalmente con otro hombre en Amsterdam
Actualizado: GuardarNacido hace 37 años en Lorient (Bretaña) de una madre normanda y de un padre de linajes vasco y bretón, Frédéric Minvielle dejó de ser oficialmente francés el pasado 7 de diciembre. A causa de dos factores conjugados: la obtención voluntaria el 8 de agosto de 2006 de la nacionalidad holandesa y la boda el 6 de diciembre de 2003 en los Países Bajos con Karl Nobelen, un ciudadano de Amsterdam de 51 años con el que estaba ennoviado desde 1997.
Según un convenio bilateral en vigor desde 1985 y modificado en 1993 y 1996, todo ciudadano de Francia u Holanda que adquiere la nacionalidad del otro país pierde su nacionalidad original. La única excepción se produce en caso de matrimonio cuando se manifiesta la voluntad expresa de conservar la nacionalidad inicial. El problema es que Francia no reconoce el matrimonio homosexual -legal en Holanda- y que Frédéric es a la luz de su legislación soltero a todos los efectos.
«No comprendo por qué una francesa casada con un holandés o una italiana que se casa con un francés tienen derecho a la doble nacionalidad mientras que si se trata de un francés que se casa con otro hombre en Holanda es despojado de su nacionalidad», se queja este industrial del zapato, que dice sentirse «herido e indignado». «Tengo la impresión de ser renegado por mi país, mis raíces y mi herencia. Soy tratado como un criminal», añade.
Minvielle podía haber sido un francés gay casado en Holanda de no haber adquirido la nacionalidad del país en el que reside desde 2002. Hasta invirtió tres años de clases nocturnas para alcanzar el nivel lingüístico requerido. ¿Por qué lo hizo? «Es la pregunta del millón. Me apetecía integrarme en mi tierra adoptiva que es un país moderno, abierto y tolerante, mucho más adelantado que Francia sobre la aceptación de la homosexualidad», responde.
Votante de Sarkozy
El elector que ejerció por última vez su ciudadanía francesa para votar por el conservador Nicolas Sarkozy en las presidenciales de 2007 desea que su caso siente jurisprudencia para cambiar leyes y convenios. A su juicio, todos los estados de la UE deberían reconocer a sus ciudadanos el matrimonio contraído legalmente en otro país de la Unión. «El problema va a plantearse cada vez más a menudo habida cuenta de que España, Reino Unido, Bélgica y Holanda han instituido el matrimonio entre personas del mismo sexo», advierte.
El Ministerio de Inmigración francés anunció ayer que ha emprendido un «reexamen jurídico» de una situación tildada por la asociación SOS Homofobia de «particularmente humillante y simbólicamente inexcusable». Desde la oposición, a los socialistas les pareció que la «triste aventura aboga por la instauración del matrimonio gay».