Opinion

Una situación endemoniada

Nada de que pueda suceder en el PP estará a salvo del sin sentido democrático porque todo viene lastrado por la ausencia de la razón democrática. La única corrección posible habría venido de una refundación institucional. El líder nombrado a dedo por el anterior tendría que haber provocado la ruptura de un proceso perverso desde su nacimiento, que no sólo le marcó a él sino a todos aquellos actos que se derivan de sus decisiones. En una palabra, habría sido necesario infundir credibilidad democrática a la vida del partido y a la persona del líder ya que el propio cumplimiento de los estatutos del partido está viciado de origen. Pero ¿acaso ha cambiado la situación del partido mismo y del propio Rajoy? ¿Acaso no estamos hablando de una vieja situación? Ciertamente pero con una novedad. La segunda derrota electoral en las legislativas la ha convertido en algo intolerable para muchos. El mantenimiento de Rajoy en el poder después de estos fracasos, unido a los cambios de equipos y de posiciones de poder ha llevado a la exasperación a algunos de sus compañeros de dirección.

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Hablando en términos coloquiales, las acciones de Rajoy que hasta a hora venían siendo toleradas son ahora denunciadas por ventajistas. Las protestas de juego limpio que hace él cuando anima a sus competidores a participar en el Congreso de junio no pueden impedir las protestas de quienes están y se sienten en condiciones de inferioridad. En una palabra, la segunda derrota de Rajoy ha convertido en inaceptable para muchos lo que se había tolerado anteriormente.

La descripción de la situación es la siguiente; Rajoy no solamente no ha tratado de corregir el pecado de origen que le viene de su designación por Aznar sino que intenta justificarlo mediante su designación en un Congreso a partir de su privilegiada situación. De hecho él está ya en campaña. De ciudad en ciudad. En los ámbitos propios del máximo dirigente. Al mismo tiempo, convoca en su entorno a los barones del Partido y, a partir de ahí, consigue que se deduzca una legitimación de su figura. En esta situación el debate que ha despertado Esperanza Aguirre ha quedado teñido de personalismo. Para muchos la única salida a esta endemoniada situación serían una primarias.