El fantasma del 'caso Kampusch'
Sin luz, alejadas de la realidad y atemorizadas en una mazmorra a la espera de que su captor se despistara un momento o un golpe de suerte las arrancara de esa pesadilla. Esta sensación de desconsuelo vivió más de veinte años Elisabeth Fritzl y, no muy lejos de donde ella estuvo capturada por su padre, una niña experimentó durante ocho largos años la misma privación de libertad y crueldad. Al escuchar el relato de este último caso de cautiverio en Austria, es difícil no acordarse de otro suceso de similares características: la vivencia de Natascha Kampusch, retenida durante ocho años en un sótano en la localidad de Strasshof, a las afueras de Viena.
Actualizado: GuardarLa joven fue raptada cuando tenía 10 años y se dirigía camino a la escuela. Desapareció sin dejar rastro. Surgió el temor de que podía haber sido víctima de una banda internacional de pederestas. La realidad tras su huida en 2006 fue que estuvo bajo el control de Wolfgang Priklopil, quien la utilizó como esclava sexual. A las mismas vejaciones sometió Josef Fritzl a su secuestrada. Pero en esta ocasión se trataba de su hija, mientras que Kampusch no tenía ningún vínculo con su raptor. Con tan sólo 18 años, Elisabeth fue apresada por su padre en un zulo. Su progenitor le quitó su época de madurez, de formarse como mujer. A Natascha le robaron la juventud.
Ambas sufrieron abusos sexuales por sus secuestradores. Una tuvo que criar a sus hijos, quienes se encuentran en tratamiento psicológico tras la confusión de descubrir que, quizás, su padre resulta que también es su abuelo. Y en el caso de Kampusch existen indicios de que quedó embarazada durante el secuestro, pero se desconoce si dio a luz o abortó.
Sociedad golpeada
Estos dos trágicas noticias conmocionaron a la sociedad. Los vecinos de Amstetten se quedaron en shock al desvelarse ayer que aquel hombre al que saludaban «amablemente» retenía a su hija en casa, mientras que aseguraba desconocer su paradero. Al fin se descubrió y Elisabeth quedaba libre, pero completamente desconcertada.
No se sabe si intento huir en todo ese tiempo de cautiverio, aunque en cierto momento se acostumbró a su destino. Una especie de síndrome de Estocolmo común en víctimas de secuestro. Cuando Kampusch reapareció también se especuló sobre su relación de complicidad con su raptor. Finalmente, lo tachó de criminal y se desahogó en diferente medios de comunicación.