VUELTA DE HOJA

La petición

Es justo reconocer que hace falta un exquisito y profundo conocimiento de la resistencia de los materiales para establecer el salario mínimo. Por eso varía muy poco y de tarde en tarde. La cantidad se acuerda unilateralmente pero con primor: no debe ser ni tan alta como para que el trabajador se permita dispendios y adquiera hábitos que puedan afectar a su salud, ni tan baja como para que desfallezca y deje de trabajar. El salario mínimo siempre ha buscado ese equilibrio y, a juzgar por la cantidad de personas que disfrutan de él, ha obtenido ha obtenido un gran éxito. Ahora, cuando la crisis que se veía venir ha llegado, la CEOE le pide al Gobierno que no se mueva hasta que esa crisis se supere.

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Se trata de una petición razonable desde cierto punto de vista pero puede hacer que pierdan la razón los afectados. Congelar unos sueldos gélidos es una redundancia, pero hacerlo en estos momentos además es una cabronada. Quizá se desee convertir a este sector en un grupo privilegiado si se compara con quienes no disponen de ningún salario. El paro, según algunos contables, ha registrado el mayor incremento trimestral de los últimos quince años y, según otros contables, ha crecido hasta conseguir su ritmo más alto de los últimos treinta. No vamos a discutir por eso. Depende de si en las listas se incluyen o no se incluyen a los inmigrantes sin empleo.

El parón inmobiliario y la caída del consumo se están tragando el superávit y sólo los pobres pueden acudir en nuestro socorro. ¿Qué pasaría si en vez de 600 euros al mes ganaran 800? Son numerosísimos y no tienen una idea demasiado clara de lo que es el Euribor. Deben aguantarse durante un par de años prorrogables. ¿Qué son dos años? Pasan en un vuelo de águila imperial disecada.