Entre Aznalcollar y el New Flame
El gaditano Luis García Garrido, que ha pasado de ser consejero de Obras Públicas a senador, era viceconsejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en 1998, cuando el desastre de Aznalcollar, y uno de los principales combatientes de aquella inundación de lodo y uno de los primeros artífices del milagroso corredor verde que permitió recobrar el Guadiamar y los 50 kilómetros afectados por aquella riada tóxica de seis millones de metros cúbicos de residuo de una mina regentada por Boliden. Ocurrió hace justo diez años y todavía la justicia no ha emitido un veredicto firme sobre aquel escalofriante agujero negro, como definió García Garrido al desastre.
Actualizado: GuardarUna década más tarde y olvidando cualquier tipo de reflexión histórica, las asignaturas pendientes de la ecología se multiplican exponencialmente en el territorio de Cádiz. O en sus costas próximas, como la de Gibraltar. Ayer, los ecologistas campogibraltareños volvieron a poner el grito en el cielo por la actitud de Peter Caruana, ministro principal de Gibraltar, en torno a la crisis del New Flame. Más allá de que considere inaceptables las denuncias contra este asunto que se han interpuesto en España, lo que no sólo preocupa a los ecologistas y no sólo preocupa a los españoles es que su Gobierno desatienda la petición del Parlamento Europeo de que se establezca un plan y un calendario para sacar de una vez a este pecio de la Bahía de Algeciras.