La 'grasia' de 'cai'
Esta mañana me he ido andando por la playita, he llegado hasta el Chato, y he vuelto, pero a la altura del Hotel Playa me he subido a coger el bus porque me estaba empezando literalmente a achicharrar. Como ustedes comprenderán, semejante trayecto no lo voy a hacer vestida de lagarterana, ¿no? Me he llevado mi bikini y unos pantaloncitos por encima de la rodilla.
Actualizado: GuardarTotal, que ha sido salir de la playa y, automáticamente, ha empezado el cachondeo de todos los años. La gracia de Cádiz, tú sabes, personalizada en esta ocasión en unos cuantos angangos y algún que otro albañil aburrido: «Niña, a ver si vamos más a la playa», o «Niña, toma un poco el solecito».
Mi hermana se ha descojonado del cabreo que he cogido, pero es que es verdad. Yo no es que esté blanca, gaditanos, es que SOY blanca. Por más que me ponga al sol, no doy más de mí. Como mucho me puedo poner colorá como un cachucho, acentuando más de esta manera mi aspecto de guiri y, por tanto, el cachondeo de la gente.
Tiene guasa esta cosa tan maleducada, y tan extendida, de comentar en voz alta el aspecto físico de la gente. Es como si un pelirrojo va por la calle y le dicen: «Pelirrojo, tíñete». O lo que le pasa a mi amiga Teresita, que lleva el pelo a lo afro y tiene que aguantar comentarios de todo tipo.
A mí esta gracia de Cádiz me la repampinfla, no me identifico con ella, y de hecho me parece más propia de otros sitios, donde el humor se construye faltándole el respeto al otro.
Así que nada, queridos angangos y caletis: Es principio de temporada y estoy blanca. «Mejoraré» un poquito conforme avance el verano, pero no esperen mucho más de mí. Es que soy así, blanca, ¿comprenden? Así que guárdense los comentarios para la intimidad de sus aburridos cerebros, please.