El Comentario | Cambio en Euskadi
El fracaso del proceso de paz, que en realidad ha sido la dramática constatación definitiva del obstinado fanatismo de una organización terrorista que sólo entiende el lenguaje de la sangre y el fuego, y los espléndidos resultados obtenidos por el Partido Socialista de Euskadi en las elecciones generales del 9-M, un reconocimiento explícito al esfuerzo gubernamental en la búsqueda de una solución a la violencia, han acabado afectando como es natural a la actitud del nacionalismo democrático vasco, que ha sufrido un ostentoso revolcón electoral. Conviene recordar que el PSE-PSOE ha vencido al PNV en el conjunto de Euskadi, en las tres provincias, en las tres capitales y en las principales ciudades. El PNV ha perdido un escaño en el Congreso, el PSE ha ganado dos y Eusko Alkartasuna se ha quedado sin el que había logrado cuatro años antes.
Actualizado: GuardarCualquier mediano entendedor -el lehendakari Ibarretxe no pertenece a esta categoría- hubiera comprendido que un viraje tan ostensible de la sociedad vasca en este concreto momento del proceso político representaba, además del refrendo a la política antiterrorista del Gobierno de Rodríguez Zapatero en la pasada legislatura, una desautorización en toda regla de los planes referendarios y desestabilizadores del jefe del Ejecutivo vasco, al frente de un gobierno de coalición formado, como es sabido, por el PNV, EA y el apéndice vasco de Izquierda Unida, organización asimismo laminada en las urnas en todo el Estado. Como es bien sabido, el pasado 26 de septiembre, el lehendakari presento su Plan Ibarretxe II que incluye la decisión unilateral de celebrar un referéndum el 25 de octubre del año en curso. Cuando, como es bien conocido, la Constitución tasa perfectamente la competencia para celebrar consultas populares directas, lo que hace imposible el referido plebiscito.
El mal resultado del 9-M, un bofetón manifiesto de la ciudadanía a los planes de Ibarretxe, no ha hecho más que profundizar la crisis abierta en el seno del PNV, que -como era imaginable- no quedó zanjada con la marcha de Imaz y la llegada de Urkullu al frente del partido. Pese a la débacle, el sector soberanista de Ibarretxe y Egibar -líder de la formación en Guipúzcoa-, que se opuso por cierto a apoyar la moción de censura para expulsar a la alcaldesa de Mondragón tras el asesinato del ex concejal socialista Isaías Carrasco, pretendía seguir adelante con el anunciado referéndum. Pero el sector moderado, con el que visiblemente se alinea Urkullu, no parece estar por la labor.
En este punto hay que inscribir las expresivas declaraciones de José Luis Bilbao, diputado general de Vizcaya, quien el pasado miércoles, ante una amplia representación del nacionalismo institucional y de partido, y tras enfatizar la importancia de Vizcaya en Euskadi -representa el 52% de la economía vasca- ha considerado «agotada» la fórmula del tripartito y ha asegurado que el futuro del País Vasco pasa por el entendimiento entre el PNV y el Partido Socialista de Euskadi. Sobre el referéndum, Bilbao ha dicho que cualquier consulta debe servir «para unir y no para separar», y que, en todo caso, y como el propio Ibarretxe había dicho en un cierto momento, no podría celebrarse más que «en ausencia de violencia». Finalmente, Bilbao se ha pronunciado a favor de una reforma del Estatuto de Autonomía, se supone en términos semejantes a la reforma del Estatuto catalán.
De momento, el deslizamiento del PNV es meramente retórico y oficioso: para que pueda siquiera plantearse un retorno a las viejas alianzas de los años ochenta y primeros noventa, es necesario que el PNV interiorice y oficialice el nuevo discurso, sin equívocos ni medias tintas. Aunque es muy dudoso que la reforma del Estatuto de Gernika tenga sentido -el concierto y el cupo son obviamente insuperables-, cabría evidentemente la posibilidad de acometerla por las vías constitucionalmente tasadas. Asimismo, parece conveniente recuperar un pacto antiterrorista del estilo del de Ajuria Enea de 1988 y plantear nuevamente una coalición de gobierno transversal PNV-PSE con un lehendakari perteneciente al partido más votado tras las próximas autonómicas que en principio deberían celebrarse en abril del 2009 pero que quizá hayan de ser adelantadas. En definitiva, el cambio está cobrando cuerpo. Entre todos tenemos que arroparlo.