El opio del pueblo
El duro invierno afgano ha mermado las plantaciones y el precio de la adormidera, por lo que los agricultores buscan alternativas en la alta cotización del trigo
Actualizado: GuardarEl opio afgano podría fallar a su cita con los mercados, por lo que los agricultores del país asiático ya empiezan a plantearse alternativas para subsistir. El cultivo de la adormidera es la principal fuente de ingresos de la economía del país asiático ya que supone un tercio de su producto interior bruto -unos 2.200 millones de euros-, pero este año las condiciones meteorológicas han podido con la cosecha.
Las plantaciones de amapola no han salido indemnes del invierno más duro de los últimos treinta años y, según declaraciones de los expertos de la lucha contra el narcotráfico en Kabul a la publicación 'The Financial Times', «la producción podría descender entre un 30% y un 50%», respecto a las cifras de récord alcanzadas en 2007.
Sin embargo, la superficie destinada a la producción de la opiácea apenas ha disminuido y los campos de amapola siguen ocupando unas 193.000 hectáreas en todo el país. Pero según las imágenes aéreas obtenidas por los técnicos de Kabul «se observan menos plantas y de menor tamaño».
La dureza del invierno y la incomunicación en gran parte de las áreas rurales también ha provocado una espectacular subida de los carburantes y del trigo, cuyo precio se ha incrementado en un 60%, lo que constituye un enorme problema, según la ONU, para un país que «debe importar más de medio millón de toneladas al año».
Este incremento de los cereales coincide, además, con la bajada de los precios del opio, que debido a las grandes cantidades cosechadas el pasado año ha visto reducida su cotización en el saturado mercado afgano de 81 euros el kilogramo a 58, según cifras ofrecidas por el centro de Naciones Unidas para las drogas y el crimen (Undoc).
«Un gran número de agricultores ha calculado que puede conseguir dinero plantando trigo», declaró a 'The Financial Times' el general de brigada británico Andrews MacKay, quien ha combatido en Helmand, el corazón de las plantaciones de opio del mundo, ya que en esta provincia afgana con importantísima presencia talibán acoge la práctica totalidad de la producción del país.
Ochocientos afganos perdieron la vida a causa de las bajas temperaturas alcanzadas en invierno según la ONU y en estos momentos hay una gran carencia de cereales en el mercado nacional, por lo que el cambio de cultivo serviría para paliar esta escasez y de paso reducir los beneficios y efectos secundarios del negocio del narcotráfico.
Este cambio es uno de los objetivos que persigue la comunidad internacional desde que acabara con el régimen talibán en 2001 y por ello cada inicio de temporada se reparten miles de toneladas de semillas de trigo y fertilizantes entre los campesinos. Aunque nada ha podido hasta el momento con el poder de un opio cuyos beneficios se han filtrado por toda la economía nacional y corrompe las altas esferas a niveles incontrolables.
La provincia de Herat, al oeste del país y donde está desplegado parte del contingente español, fue uno de los lugares más asolados por la ola de frío y allí el Programa Mundial de Alimentos (PMA) compró 4.000 toneladas de trigo cultivado por los agricultores para ayudarles a recuperar sus medios de subsistencia y ofrecer alimento a los más necesitados. Con más de la mitad de los 25 millones de afganos viviendo bajo el umbral de la pobreza, el Parlamento acordó recientemente pedir al Gobierno el levantamiento de las tasas sobre alimentos como primera medida de choque contra la crisis que ya ha provocado protestas en las principales ciudades.