Globos en el mar
Localizan en el Atlántico, a 50 kilómetros de la costa, los globos con los que un cura brasileño despegó el domingo para batir un récord
Actualizado: GuardarLas posibilidades de encontrarlo vivo son remotas, pero aún existen». Aviones, buques y helicópteros brasileños buscan por agua, cielo y tierra, en un área cada vez más amplia, a un cura que el domingo se elevó desde Paranaguá, en el Estado de Paraná, amarrado a un millar de globos inflados con gas helio. Aderli de Carli, de 41 años, no pretendía inmolarse ni llegar a Cristo por la vía rápida, sino permanecer 20 horas en el aire y volver a tierra. De esa forma quería llamar la atención sobre su labor pastoral en las carreteras del sur de su país.
Tres días después del despegue, un racimo de globos que apareció ayer flotando en el mar a 50 kilómetros de la costa era el único rastro del sacerdote, que tenía previsto aterrizar en dirección contraria y en tierra firme. El jefe del Grupo Aéreo de la Policía Militar de Santa Catarina, Nelson Coelho, reconoce que existen pocas posibilidades de encontrarlo vivo. «Depende de sus condiciones físicas y psicológicas», especulaba ayer. Familiares y allegados confían aún en que esté vivo en una isla.
Para la insólita travesía, el sacerdote se había equipado con ropa térmica y casco. Llevaba dos teléfonos móviles, un aparato de GPS que no sabía usar, agua, cereales y pastillas energéticas. Los globos estaban atados a un asiento de parapente que llevaba debajo bolsas de aire comprimido para un eventual aterrizaje de emergencia.
La última vez que Aderli se comunicó con sus colaboradores fue ocho horas después de su partida. «Necesito ponerme en contacto con personal de tierra para que me enseñen a usar el GPS», imploró cuando todavía tenía señal de teléfono. «Es la única forma que tengo de que sepan dónde estoy». Fueron sus últimas señales de vida.
Di Carli ya había hecho un ensayo en enero con 500 globos. En cuatro horas se desplazó 110 kilómetros, hasta aterrizar en la provincia argentina de Misiones. Pero el cura quería superar el récord de un estadounidense que había volado 19 horas. Con esta extravagante aventura buscaba recaudar fondos para la Pastoral de las Carreteras, un proyecto que brinda ayuda espiritual a conductores. Su sueño era crear el Santuario del Camionero, un local de acogida para los trabajadores de paso.
La coordinadora de la pastoral, Denise Gallas, aseguró que Di Carli «es una persona muy determinada, con gran capacidad física y mental, y que tenía todo planeado». Sus hermanos recuerdan que el hombre tenía experiencia en montañismo, paracaidismo y buceo. Sin embargo, instructores de la escuela de vuelo libre de Paraná revelaron ayer que el cura fue expulsado de esa institución por «indisciplinado». «No nos respetaba, le decíamos que hiciera una cosa y hacía otra y no asistía a las clases teóricas», denunció el profesor Kauan Lichtonow.