Calle Porvera | Menos sosa pero arruinada
Esta vez no voy a volver a hacer hincapié en lo de la sosez: ya lo he aireado bastante y poco a poco se va diluyendo gracias al fino y a mi buena voluntad.
Actualizado: GuardarSin embargo, en mi horizonte ferial vuelve a haber nubarrones oscuros, y esta vez no habrá nadie que pueda ayudarme a darle solución (salvo las Loterías y Apuestas del Estado). La cuestión es que a pocos días de que dé comienzo la Feria del Caballo, mi cuenta corriente está a punto de certificar su muerte, y yo no hago más que maldecir al calendario por haber propiciado que este año la fiesta coincida con el final de mes. ¿Y vaya mes!, porque acabo de regresar de la boda de mi hermano, en la que he tirado la casa por la ventana en cuanto a vestuario, regalos, etc.
Por un motivo u por otro (el maldito euribor también se ha confabulado contra mí), lo cierto es que encaro la Feria con el entusiasmo mermado, y desde aquí elevo una queja a quién quiera que sea el que elabora los calendarios festivos anuales: es frustrante que un evento de estas características llegue antes que mi nómina.
Como la desgracia ya está a la vuelta de la esquina he decidido poner en marcha un plan de choque que incluye varias medidas y que se resumen en una: le he pedido a mi director que me dé libre el menor número posible de días. Si tengo que trabajar estaré cansada, y si me canso es posible que a la hora de salir no tenga ganas de acercarme a la Feria, y si en vez de al Real me voy a casa, asunto arreglado.
Claro que el año pasado también trabajé, y no dejé de ir al González Hontoria ni una noche. Eso sin contar que mi voluntad no es precisamente de hierro, y con un par de intentonas de mis compañeros seguro que cedo y acabo con un rebujito en la mano... Ya me temo lo peor.
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