Una tradición

os incidentes en las juntas de Telefónica, compañía que protagonizó una dura reconversión laboral para adaptarse a la revolución tecnológica, arrancó hace dos décadas con Luis Solana como presidente. Ya en el inicio de los noventa presidió Cándido Velázquez-Gaztelu la junta más breve. Duró 17 minutos, hasta que la bronca le llevó a renunciar a su discurso. Después se sucedieron asambleas igualmente agitadas, protagonizadas por los afectados por los ERE. El mandato de Juan Villalonga se caracterizó por la separación de los accionistas en dos salas: en una de ellas, los de confianza; en la otra, los alborotadores, pero también los pequeños accionistas, que tenían que seguir la sesión entre gritos y lanzamientos de huevos rellenos de pintura.