Volviendo la vista
EL gran chollo de estar en política a un nivel ejecutivo de alto nivel no está en las prestaciones que van ligadas al cargo ni en las pleitesías inherentes; ni siquiera en las posibles admiraciones que puedan generar, aunque éstas, casi siempre, se ven amortizadas, cuando menos, por los rechazos de la gente que mora en espacios de opinión adversarios.
Actualizado: GuardarEse chollo está en la posibilidad, pasado el tiempo necesario, de contar en un libro lo que el prócer, en cada momento, tuvo que silenciar. Los señores de la transición, por ejemplo, fueron reacios a ello, especialmente en Andalucía.
Felipe González guarda silencio aún, casi treinta años después de la intentona golpista del cuartelero Tejero, y no son pocos los que aguardan el libro de memorias del profesor Clavero Arévalo, para revelar aspectos que nunca transcendieron del proceso autonómico andaluz que se llevó por delante, irremisiblemente, el querido recuerdo del desafortunado Adolfo Suárez.
Incluso Alfonso Guerra, quien sin estar nunca en la primera línea operativa y ejecutiva sí tuvo en todo momento detalles y aspectos de los hechos históricos de la época. José Rodríguez de la Borbolla, por ejemplo, nunca se prestó a revelar las razones esenciales y los detalles medianos y pequeños de su dimisionaria salida del liderazgo socialista en Andalucía, como fue, igualmente, el caso de Rafael Escuredo, el líder político que estableció una marca de aceptación popular en Andalucía ante las urnas que veintiséis años después nadie ha podido superar.
Así las cosas, difícil será que la crónica rigurosa de los hechos sea conocida en extensión y minuciosidad en estos tiempos que corren, tan ensimismados en los aspectos menores y en las anécdotas mas menos coloristas del conjunto de los hechos históricos.
Y todo se deba, quizá, además de los perfiles grotescos a esa tendencia generalizada de frivolizar y caricaturizar, a un extendido y vergonzante pudor por asumir en cada caso el papel que a cada cual le tocó desempeñar, para bien o para mal.
En cualquier caso, volviendo la vista atrás, no está nada claro que aquel pasado que permanece a medias en la temerosa nebulosa de las dudas y los «agujeros negros» estuviera en condiciones de inferioridad informativa ante el presente.