Editorial

Presión mafiosa

El atentado contra la sede socialista de Elgoibar responde a la estrategia mafiosa de los etarras de ejercer una presión insoportable sobre el PSE que conduzca a la quiebra de uno de los pilares políticos y sociales del País Vasco. El artefacto, en esta ocasión, no ha causado víctimas aunque sí un considerable destrozo material y, sobre todo, ha arrojado sobre las espaldas de la sociedad vasca una nueva carga de ansiedad especialmente dura para la familia socialista, que ya sufrió en plena jornada de reflexión el asesinato de Isaías Carrasco y hace apenas cuatro días otra bomba en su sede de Bilbao, pero también contra todos aquellos que se saben también en el punto de mira; lo que obliga a las Fuerzas de seguridad a extremar las medidas de protección y a la ciudadanía en su conjunto a arropar a los amenazados con todas sus fuerzas.

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ETA sigue al pie de la letra el execrable libro de estilo de cualquier organización extorsionadora y está convencida de que arremetiendo con saña contra una de las ramas políticas del partido en el Gobierno conseguirá doblar con su violenta presión todo el tronco socialista. Tan sencillo y macabro como forzar al PSOE a intercambiar concesiones políticas por seguridad para sus intereses y personas. Pero en su propia estrategia está su debilidad porque el hastío moral que los asesinos han conseguido extender al conjunto casi absoluto de la sociedad española es tan profundo que los militantes del PSOE van a encontrar junto a su determinación de resistir tan odioso chantaje a todos los ciudadanos que se niegan categóricamente a traicionar a cambio de un peaje hacia ninguna parte la esencia del gran proyecto democrático que se inició hace 30 años. Y ETA, y eso es inapelable, dista ya mucho de ser una organización capaz de mantener semejante presión sin extenuarse en su delirio.

El PSOE pedía ayer una unidad sin fisuras, y el ofrecimiento del Partido Popular de todo su apoyo al Gobierno para combatir el terrorismo con todos los instrumentos del Estado de Derecho hasta su derrota final, es la respuesta que cabía esperar. Sin embargo, esa pretendida barrera contra el terror no se cerrará totalmente hasta que el PNV y el Gobierno vasco se olviden de sus erróneas o interesadas ensoñaciones sobre un quimérico alejamiento de la izquierda abertzale respecto de ETA.