OPINIÓN

Técnicos

Ayer tuve la oportunidad de hablar con el último entrenador en salir y con el último en llegar. O lo que es lo mismo, con Antonio Calderón y con Raúl Procopio. Con el primero fue un encuentro casual por la calle pero intenso en cuanto a lo hablado pese a durar poco tiempo la charla. Con el segundo fue más duradera la conversación pero igualmente gratificante. En cualquier caso son las dos caras de una misma moneda. Una cara de alegría, ilusión y de querer aprovechar la oportunidad que se le presenta (la de Raúl), y la otra cara, la de la desilusión, la de no haber tenido el apoyo necesario del vestuario para poder haber triunfado, o por lo menos no salir como ha salido (la de Antonio), no lo merecía. Y uno y otro me hablaban de su idea de futuro.

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El saliente, aún no tiene decidido lo que va a hacer en un futuro, tiene que hablar con el club todavía y sopesar el ofrecimiento hecho ya por la entidad. Por cierto le dije que menos mal que no vio el partido contra el Albacete porque se le habrían caído dos lagrimones al ver cómo ahora sí corrían. Por su parte, Procopio tiene clarísimo lo que quiere y cómo aprovechar la oportunidad que tiene ante él. Y es que dependiendo de cómo le vaya en estos nueve partidos, será su lanzadera definitiva, lo que le servirá para entrar en la rueda de entrenadores o por el contrario volver a divisiones menores.

Volviendo al presente (y no sé si futuro también), es decir a Raúl Procopio, lo vi igual que siempre. Igual que desde que lo conocí hace muchos años cuando todavía era jugador en activo, igual de sencillo, de humilde y con las ideas muy claras. Lo que pasa es que también vi a Calderón prácticamente igual al principio y luego las circunstancias hicieron el resto. Le deseé que no le pasara a Calderón lo mismo que a los anteriores entrenadores y por supuesto se lo deseo igual a Procopio. Sin duda, esa llamada que Raúl tiene pendiente hacerle a Calderón le va a servir y de mucho al técnico actual del Cádiz. Sobre todo si el saliente le dice al entrante todo lo que ha sabido y aprendido durante su época como responsable de ese vestuario, lo bueno y lo malo, dónde debe pisar y dónde no. Aunque es bueno equivocarse por uno mismo, no está mal del todo aprovecharse de la experiencia vivida por otro, sobre todo para no repetir errores. Y punto.