VÍCTIMA. Uno de los cadáveres es sacado de la vivienda escenario de los hechos. / EFE
ESPAÑA

Un militar mata a su ex pareja y al novio de esta y se suicida en Guadalajara

La víctima ya contaba con un sistema de telealarma y sobre su asesino, un sargento del Ejército, pesaba una orden de alejamiento Un niño de cuatro años, hijo del agresor fue testigo del suceso

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Un nuevo episodio de violencia de género sumó este jueves todos los ingredientes del más crudo drama en la provincia de Guadalajara. Tres muertos, la ex mujer del asesino, el nuevo novio de esta y el verdugo de ambos, militar de profesión, que se suicidó después del crimen. Todo ello en presencia de un niño de cuatro años, hijo de la fallecida y de su asesino. Se sabía que éste era peligroso pero no hasta este punto. La mujer contaba con un dispositivo de telealarma para mujeres maltratadas y sobre su agresor pesaba una orden de alejamiento que ya había quebrantado antes. Para las organizaciones feministas, no se valoró bien el riesgo que corría la mujer.

Javier Lacasa Cebolledo, sargento del Ejército de Tierra con destino en Canillejas (Madrid) de 34 años de edad, tenía muy claro el destino de su ex pareja, del actual novio de ésta y del suyo propio, pero no pensó en su hijo de cuatro años. Hacia las 6.45 de ayer jueves se dirigió al domicilio que compartían en Alovera (Guadalajara) su ex mujer, Sylvina Jannette Bassari, de 34 años y nacionalidad argentina y su actual novio, un teniente destinado en la prisión militar de Meco (Madrid) de 38 años y nacionalidad española al igual que él, con la intención de acabar con ellos.

Armado con una pistola se dirigió al número 3 de la calle de Manuel de Falla y llamó al timbre. El actual compañero sentimental de la mujer abrió la puerta y recibió dos disparos. Segundos más tarde Javier descerrajó tres tiros a Sylvina en la cocina y telefoneó al servicio de emergencias 112 para comunicar que en ese piso había dos muertos e iba a haber «uno más». Tras colgar el teléfono se disparó un tiro que acababa con su vida. El único testigo de este brutal caso de violencia machista era su propio hijo de cuatro años de edad que no paraba de llorar, asustado de lo que acababa de ver y de la sangre que impregnaba sus zapatillas.

Apoyo psicológico

El niño fue trasladado al Hospital de Guadalajara para recibir apoyo psicológico y la Consejería de Bienestar Social de Castilla-La Mancha ha asumido su tutela aunque todo indica que serán sus abuelos maternos quienes se hagan cargo de él. Las autoridades regionales intentan contactar con ellos en Argentina, donde residen.

Sylvina y Javier habían vivido en Ajalvir (Madrid), localidad de la que la mujer se marchó a Alovera hace unos meses para convivir con su nueva pareja. Durante el matrimonio con su asesino presentó dos denuncias por malos tratos en 2003 y 2006 y logró una orden judicial de alejamiento a más de 500 metros en abril de 2007, orden que Javier quebrantó un mes después siendo detenido. El Juzgado de Instrucción número 5 de Torrejón de Ardoz (Madrid) le ordenó entonces entregar una escopeta de aire comprimido y las demás armas que pudiera tener por su condición de militar. A Javier Lacasa no le importó esta imposición porque adquirió una pistola con la que ayer cometió los asesinatos y se quitó la vida.

Protección fallida

Tampoco sirvió el sistema de protección de teleasistencia a través de un móvil que tenía la víctima. Los servicios sociales de Torrejón de Ardoz iban a trasladar el expediente de maltrato de Sylvina al Instituto de la Mujer de Guadalajara pero Javier también se les adelantó. La directora del Instituto de la Mujer en Castilla-La Mancha, Ángela Sanroma, afirmó tras este suceso que «las mujeres que están sufriendo situaciones de maltrato no deben minimizar el riesgo y no deben dudar en buscar acompañamiento y seguridad en los centros de la mujer, en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, en los servicios sociales de los ayuntamientos, en los centros de salud y en las asociaciones de mujeres y vecinos».

Para la presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, Altamira Gonzalo, no se valoró adecuadamente el riesgo que corría la mujer, porque su ex marido, y a la postre asesino, fue detenido por quebrantar la orden de alejamiento y al poco puesto en libertad por el juez. Si la unidad de valoración de riesgo del juzgado encargado hubiese detectado el peligro real, «este hombre tendría que estar en prisión y no en la calle», señaló en unas declaraciones a Radio Nacional.