Poetas y contables
SI la propuesta entre la retórica y la metáfora de Felipe Alcaraz de reconocer generosamente el papel desempeñado por Diego Valderas en estos últimos tiempos complejos al frente de IU-CA («hay que abrir en IU-CA un proceso de beatificación a Valderas», dixit Alcaraz) se materializa y sale adelante, Valderas estará en vida en deuda con el profesor Alcaraz, un tipo en posesión de un perfil político y humano más cercano al inspector sueco de la policía de Estocolmo, Wallander, creación literaria del escritor Henning Mankell. Porque, efectivamente, la política y la intriga policíaca tiene bastantes nexos de unión.
Actualizado: GuardarPero, además, Alcaraz es un retratista formidable. Digno sucesor de Luis Carlos Rejón, otro dirigente del comunismo andaluz que actualmente persigue con ahínco y cierto desconcierto sus orígenes programáticos, Felipe Alcaraz siempre se ha cosido personalmente los navajazos recibidos y nunca se ha dejado vencer por el veneno del rencor. Y así, ha rendido homenaje al incombustible lugareño que es Diego Valderas. Claro, que siempre hay, más cerca o más lejos, quien de rebote se lleva algún golpe. En el caso que nos ocupa el golpeado es el doctor Llamazares, una especie de lago engañoso en la mar bravía de IU.
Volviendo a Luis Carlos Rejón, y desde que el ilustre de Baena (Córdoba) dejó de pertenecer al honorable cuerpo legislativo (diputados) de la Cámara, prácticamente desapareció de las Cinco Llagas los brillantes adornos de citar a los clásicos y a los pecadores que se instalaron en la leyenda literaria.
Luis Carlos tenía un punto quevedesco y un pronto a lo Gary Cooper, aunque es más bajito que el mítico actor, y ambas propiedades le permitía lucir mucho en la Cámara y, a la vez, poner de los nervios a más de un adversario político.
Se fue Rejón y otros como el gran Anguita, Antonio Hernández o el profesor Pezzi, que concitaban la atención gacetillera para acabar transitando por los titulares periodísticos. Pero en política, como en la cibernética, cada día quedan menos poetas y creadores de metáforas. De ahí, tal vez, que la política atraiga tan escasamente a las señoras y tan abundantemente a los contables y otras criaturas de la llamada ciencia exacta. Y es lo que hay.