Editorial

Premio a la entrega

El acto de entrega del Premio Vocento a los Valores Humanos se convirtió ayer en un merecido homenaje a dos personalidades de trayectoria singular: el jesuita Enrique Figaredo y el músico Daniel Barenboim. En dicho acto el Príncipe Felipe destacó el mérito de «quienes tratan de resolver en la medida de sus fuerzas los conflictos abiertos en el mundo» y el de aquellos que «trabajan silenciosamente a favor de los abandonados y relegados en zonas depauperadas por viejas guerras». Este último es el caso de Kike Figaredo. Su entrega para mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos en una región del mundo que aún padece las secuelas de los conflictos bélicos en Indochina y del estremecedor genocidio camboyano recuerda que la persistencia de las profundas desigualdades que dividen al mundo global no pueden eximir a las sociedades más desarrolladas de la responsabilidad de paliar las carencias extremas que soportan muchos rincones del planeta. Una tarea imposible de llevar a cabo sin el continuado e intenso compromiso de personas que como Figaredo han convertido dicha labor en la misión de su vida.

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El caso de Daniel Barenboim demuestra, por su parte, la fuerza que adquieren la creación y la interpretación artística para salvar las diferencias que enfrentan a comunidades enteras, en este caso en Oriente Próximo. La experiencia de la joven orquesta West-East Diwan, compuesta por instrumentistas israelíes, palestinos y de otros países árabes, constituye el ejemplo señero de una labor que Barenboim ha vinculado tan estrechamente a su quehacer artístico que su propia persona se ha convertido en testimonio vital y constante del afán por la paz y la reconciliación. Un testimonio que evoca a cuantos creadores y actores de la cultura han sabido anteponer su condición de ciudadanos comprometidos con la justicia y la concordia a su faceta artística, y han hecho de ésta un caudal que enriquece la libertad. Un compromiso análogo a la «ciudadanía de empresa» que en la entrega del Premio reivindicó el presidente de Vocento, Diego del Alcázar, como valor que ha de inspirar a los medios de comunicación también en su crucial función de trasladar a la opinión pública el ejemplo de cuantas personas y colectivos trabajan por el bien común.