opinión

Administración ineficaz

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Vamos hacer que la Administración Pública funcione». En estos o parecidos términos se manifestaba de forma reiterada Felipe González durante las elecciones generales de 1982. La expresión caló pronto en un amplio sector de la opinión pública y contribuyó, junto con otras razones, al triunfo arrollador del PSOE. Ganadas las elecciones, el gobierno socialista impulsa de inmediato una serie de medidas para modernizar la Administración. Y como una imagen vale más que cien palabras, un importante periódico publica en primera plana una foto que refleja con acierto el cumplimiento del horario de los empleados públicos. Con anterioridad existía una excesiva relajación en el desarrollo de la jornada laboral. La foto, tomada antes de despuntar el día, muestra a varios funcionarios bajo las arcadas de los Nuevos Ministerios caminando hacia sus oficinas. Por lo visto, los que trabajaban en los ministerios no estaban acostumbrados a madrugar. Desgraciadamente la tan deseada renovación de las estructuras de la Administración y de su funcionamiento quedó prácticamente en aguas de borraja.

Esos recuerdos vienen ahora a la memoria cuando contemplo a través de la televisión las enormes colas que se forman en las proximidades de algunas dependencias administrativas para obtener determinados documentos: pasaportes, DNI, permisos de residencia... En muchas ocasiones los ciudadanos se ven obligados a pasar toda una noche a la intemperie para conseguir los anhelados papeles. A veces, incluso más de una noche. Con suerte hay quien sólo pierde una mañana, pero son los menos.

La grave situación que atraviesa la administración de Justicia es de sobra conocida por los medios de comunicación. Un ejemplo nos sirve de botón de muestra: el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía en declaraciones efectuadas el pasado año advirtió que más de 40.000 expedientes de de la jurisdicción contenciosa administrativa es probable que no puedan resolverse antes de siete años. El dato unido a otros muchos constituye un verdadero escándalo

Qué decir de la administración sanitaria. Por lo general se cuenta con buenos profesionales que no ejercen su actividad en condiciones normales porque las consultas se hallan saturadas y no pueden dedicar el tiempo necesario a los pacientes. Consecuencias: errores en los diagnósticos por un lado y por otro las consabidas listas de espera.

Tan habituados estamos al mal funcionamiento de algunas administraciones que una especie de fatal resignación se adueña de nosotros al aceptar como imponderable lo que en el fondo no es más que una demostración de incompetencia y de ineficacia. El conformismo alcanza hasta los partidos de la oposición que no son capaces de formular propuestas para acabar de una vez por todas con este estado de cosas. Sin embargo, la situación en pleno siglo XXI es inaceptable.

Los responsables públicos tienen que hacer todo lo posible para diagnosticar las causas que provocan tantas disfunciones y aplicar después las medidas más apropiadas para que el país cuente con una buena Administración. Para eso la pagan los ciudadanos.