ZP corrige errores ¿y Rajoy?
Zapatero estaría más interesado en aprender de sus errores que en explotar su éxito electoral. Tras recibir la consigna de renunciar a cualquier actitud de petulancia, el socialista Blanco ha negociado con las fuerzas políticas la composición de las Mesas parlamentarias de acuerdo a las reglas más ortodoxas del talante. Incluso ayer, al glosar la inmovilidad del popular Zaplana, Blanco se limitó a sugerir que el PP no estaría mostrando voluntad de entendimiento en esta legislatura que se inicia. El negociador popular habría puesto dificultades para que la Mesa del Congreso reflejara la pluralidad del hemiciclo, al no ceder uno de sus cuatro puestos a una minoría nacionalista. El PSOE, con cinco puestos, de los que ya había cedido uno, cederá otro para que PNV y CiU se sientan importantes. Esa actitud de desprendimiento político le hará perder al PSOE la mayoría en el Mesa de la cámara.
Actualizado: GuardarPero en su talante, que viene a ser una forma de comportamiento educado e incluso afable, no tiene por qué corregir errores Zapatero; los tiene que corregir, eso sí, en la imagen de descoordinación que ofrecía su gobierno en la anterior legislatura, como si cada ministro se moviera a su aire y hasta algunos, sobre todos los del gasto, incomodando al mismísimo vicepresidente Solbes. De ahí que el organigrama de La Moncloa vaya a ser reestructurado con objeto de que un ministro de la Presidencia, desgajado de la vicepresidencia primera, se dedique a coordinar las labores de cada departamento, para evitar entre ellos disonancias. María Teresa de La Vega se vería así liberada de un trabajo poco estimulante y podría dedicarse más eficazmente a la proyección política del Gobierno.
Zaplana ha procurado que su discrepancia con Blanco sobre composición de las Mesas parlamentarias no se interprete como la continuidad de una estrategia popular de entorpecimientos y zancadillas al Gobierno. Al menos el desacuerdo de ayer entre PSOE y PP, aunque proverbial, fue dialogado y expuesto a la prensa sin gestos de acritud, lo que no evitó que Blanco intentase intimidar a Zaplana advirtiéndole de que una Mesa sin mayoría del PSOE podría reducir el número de las presidencias de comisión a la que aspira el PP. Es posible que Rajoy medite de aquí al lunes sobre qué luce más, si presidencias de comisión o sillas en la Mesa.
Rajoy sigue meditando en silencio sobre un futuro político que él ha cogido en el aire, cuando su partido iniciaba tras la derrota del 9-M una huída hacia un vacío que pensaban rellenar los medios de comunicación que llevan años trazando el rumbo político y estratégico del PP, y no siempre, ni mucho menos, con acierto. Esos medios están tratando estos días a Rajoy como a esos perros de lucha, prohibida afortunadamente, a los que azuzan sus seguidores para que despiecen al adversario. Sabe Rajoy que o se lanza desde el lunes a la yugular de ZP o inicia una oposición serena e inteligente, con los momentos lógicos de crispación que se dan en la lucha política. Pero en cualquiera de los dos casos, Rajoy sabe que, por evitar el vació en el PP, no va encontrar el menor apoyo mediático entre las plumas y voces que se autoproclaman defensoras de la derecha popular.