Chelsea Clinton.
MUNDO

Chelsea topa con Lewinsky

La hija de los Clinton pierde la compostura en un acto de campaña ante la primera pregunta sobre el escándalo sexual de su padre

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Era cuestión de tiempo. Por mucho que se la blindara de los periodistas, si Chelsea Clinton iba a hacer campaña por su cuenta para apoyar la causa de su madre entre los jóvenes, tarde o temprano tendría que oír el apellido Lewinsky. Romper el tabú no le ha sentado nada bien. «¿Guau!», exclamó escandalizada ante el estudiante que se atrevió a mentar la soga en casa del ahorcado. «Eres la primera persona que me haya hecho nunca esa pregunta, de las, no sé, a lo mejor setenta universidades en las que ya he estado. Y no creo que sea asunto tuyo», espetó.

La pregunta no había sido particularmente intrusiva. De hecho procedía de un seguidor de la ex primera dama que quiso dar a Chelsea la oportunidad de defender el comportamiento de su madre en aquel polémico episodio de su vida privada que se convirtió polémico asunto de Estado.

«¿Qué le dirías a aquellos que piensan que la forma en la que reaccionó tu madre al escándalo Monica Lewinsky fue un signo de debilidad?», le preguntó Evan Strange. Más tarde, en la cadena CBS, el estudiante de la Universidad de Butler (Indianápolis) confesó que se enfrenta a esa pregunta continuamente, por lo que quiso escuchar una respuesta convincente de Chelsea. «Soy fan de Hillary. Me encanta. No hice la pregunta para causarle problemas, sino todo lo contrario. La gente siempre saca ese escándalo a relucir. Puedo entender que Chelsea estuviera un poco a la defensiva con la pregunta, pero creo que debería haberla contestado». La joven de 28 años que hace dos meses abandonó el brazo protector de sus padres para hacer campaña por su cuenta no ha encontrado más simpatías en el resto del país. Entre los blogs y los comentarios de los lectores que se veían por Internet era frecuente encontrar ayer comentarios indignados recordando que Chelsea ya no es una niña sino toda una mujer que ha elegido ponerse en el ojo público. La pregunta, además, era considerada legítima, porque no se hablaba de sus sentimientos personales sobre el 'asunto' de su padre con una becaria de la Casa Blanca sino de la credibilidad de quien ahora aspira a ser presidente de Estados Unidos.