Mensaje en una botella
Celoso por la cuota de protagonismo que las recientes elecciones le habían birlado y por la explosiva puesta en escena de Fernando Alonso, el fútbol ha vuelto a dar un puñetazo en la mesa para mostrar su lado más mezquino. Un cancerbero a punto de perder un ojo y un descerebrado con un arma del calibre H2O forman parte de una estampa que de haberse producido en un país de mediopelo, hubiera provocado condena colectiva y repulsa social. Pero la escena se vivió en Sevilla, territorio tan propenso al llanto por un Cristo que se queda en su iglesia como a la denuncia por la proliferación de basura humana que se ampara en la muchedumbre para cometer sus fechorías. Resulta significativo que desde la suspensión del Betis-Athletic del que menos se ha hablado haya sido del pobre Armando.
Actualizado: GuardarLos titulares se han reservado para hechos tan patéticos como la puesta en escena que montó el plantel bético para lavarse las manos y señalar con el dedo al delincuente de la botella y ver al subalterno de Lopera poniendo el grito en el cielo por la persecución que sufre su entidad tampoco ha tenido desperdicio. En el bando bilbaíno, no se quedan atrás precisamente. Presidente y futbolistas han exigido un castigo ejemplar para el rival (todo vale para evitar el descenso), aunque haciendo oídos sordos al sonoro desplante al minuto de silencio por la muerte de un paisano que protagonizaron los cachorros de ETA que campan a sus anchas en uno de los fondos de la catedral del patadón y tentetieso. Por cierto que el energúmeno de tan atinada puntería ya anda suelto, previo paso por caja y escenificación de su falso arrepentimiento. El fútbol, que casi siempre sorprende para peor, nos ha ofrecido en tierras sevillanas detalles de serenidad, civismo y emoción en torno a la figura de Antonio Puerta, pero con el circo montado por este canalla que casi deja tuerto al ex cadista, está claro que siempre acaba imponiéndose el lado más morboso y chabacano.