DESCANSO. Obama repone fuerzas con un desayuno en un restaurante de Greenville. / AFP
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Dos estados más para el desempate

Michigan y Florida estudian la forma de repetir las elecciones, ya que sus delegados no se contabilizaron por adelantarse al supermartes Se han convertido en clave debido a la igualdad del duelo demócrata

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Querían ser los primeros en capturar la atención de los candidatos, aunque eso les costara el puesto en la Convención Nacional del Partido Demócrata, y en una cosa se han salido con la suya: todos los ojos están puestos en ellos. Michigan y Florida, desprovistos de sus delegados como castigo por su indisciplina, se perfilan como la clave del desempate y el origen de una crisis que puede costar al partido la presidencia de EE. UU.

El pacto era que ningún candidato haría campaña en esos dos estados que votaron en enero desmarcándose del pelotón del supermartes. El partido anunció que sus delegados no contarían en la convención de agosto, donde se votará al candidato que peleará por la Casa Blanca. En Michigan, los principales contendientes retiraron sus nombres de las papeletas, excepto Hillary Clinton. Por defecto, la ex primera dama obtuvo un 55,3% de nada, se suponía.

En Florida, donde todos los nombres estaban en las papeletas a pesar de que no aportaban delegados, Clinton obtuvo el 49,7% de los votos. En los días previos Hillary Clinton había visitado tres veces el estado con la excusa de realizar actos de recaudación de fondos, que en la práctica fueron de campaña, y voló a Miami la noche electoral para clamar victoria.

Desempate

Esos dos estados fueron los únicos en los que el número de votantes demócratas estuvo por debajo del de republicanos. Ambos sumaban 367 delegados, que dado lo apretado de la campaña con sólo diez consultas pendientes -Mississippi votaba la pasada madrugada-, pueden ser la clave del desempate. Sin ellos no se espera que ningún candidato pueda obtener los 2.025 delegados que se necesitan para cerrar la nominación. A no ser que sean los superdelegados los que resuelvan, una decisión no menos polémica porque supondría dejar en manos del aparato del partido la resolución de unas elecciones en las que los ciudadanos se han volcado como nunca, batiendo todos los récords de participación.

Con todo, Michigan y Florida tienen la capacidad de destruir al partido aún más que la deslegitimización que traería una coronación arreglada por el sistema. Prueba de ello son los ejércitos de abogados que ya se están preparando por todos los flancos.

Por un lado, Clinton, que podría coronarse con los resultados actuales, promete llevar el caso ante el comité de credenciales y el de reglas y procedimientos del partido, además de espolear a los votantes de ambos estados prometiéndoles que peleará para que sus voces se oigan en la convención. Por si se sale con la suya, el temido reverendo Al Sharpton ya se encontraba ayer en Florida recogiendo firmas de votantes que dicen no haber ejercido su derecho porque se les comunicó que no contarían. Sharpton advierte de que sus abogados tienen preparada la demanda contra su partido por discriminación y fraude electoral.

Una solución podría ser repetir las elecciones, pero ¿quién pagará la factura? Los dos estados no tienen ninguna intención. El Partido Demócrata sólo tiene 3 millones de dólares (poco más de 2 millones de euros) en el banco, pero sólo repetir las primarias en Florida costaría 17 millones de euros.

Una solución más económica sería realizar 'caucus', pero dado que Obama triunfa con facilidad en ese formato, en el que participa mucha menos gente, Clinton se opondría. A ella se sumarían los gobiernos de los estados, que ya avisan de que unos 'caucus' no pueden superponerse al resultado de unas primarias, más participativas.

Reparto salomónico

El senador de Illinois propone que se repartan los delegados salomónicamente sin más procedimientos, pero Clinton cree que esas victorias le pertenecen. Al fin y al cabo ha demostrado ser imbatible entre los hispanos, lo que le daría Florida, y triunfar con los obreros, como los del depauperado Michigan. La última propuesta es una votación por correo, todo un experimento que en Florida costaría entre 2,7 y 4 millones de euros. Lo que ningún demócrata quiere es dejar cabreados a los votantes de ese estado, casi imprescindible para ganar la Casa Blanca. Mientras, los republicanos se frotan las manos. Cuando todo el mundo daba por seguro que les tocaría ceder el poder, sus rivales parecen destinados a autodestruirse.