Editorial

El mandato de la moderación

Las elecciones del pasado domingo y las primeras lecturas de sus resultados por parte de los candidatos y formaciones que concurrieron a las mismas han proyectado la sensación de que, además de deseable, parece posible una legislatura más serena y propicia al entendimiento que la anterior. Cuando aún las direcciones de los partidos no han hecho públicas sus conclusiones definitivas ni la estrategia política que el escrutinio les aconseja desarrollar, la sola eventualidad de que, en coherencia con la solicitud que Mariano Rajoy formulara en campaña, el Partido Popular pudiera facilitar la investidura de Rodríguez Zapatero absteniéndose en dicha votación permitiría inaugurar los próximo cuatro años en un clima diametralmente opuesto al de 2004. Tal eventualidad no sólo obligaría a que el PP oriente su labor de oposición en un sentido constructivo. Comprometería también la actitud del Gobierno, que a partir de ese hipotético momento tendría que corresponder al gesto del primer partido de la oposición tendiendo su mano al diálogo.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La exacerbación de las diferencias durante la pasada legislatura pudo contribuir al afianzamiento en las urnas del modelo bipartidista. Pero resultaría descabellado que cualquiera de las dos grandes formaciones o ambas al unísono creyeran que continuando con la tensión reforzarán aún más sus respectivas posiciones. Probablemente los frutos partidistas de la trifulca continua han llegado a su fin. El cambio al que los comicios generales invitan es el de la apertura de una etapa de entendimiento por la que los dos grandes partidos se comprometan, sin exclusivismos ni exclusiones a priori, a atemperar la legítima disputa partidista en temas sensibles. Entre ellos el diagnóstico y las medidas que puedan paliar los efectos sociales de la recesión económica; la política autonómica, en la que el Ejecutivo ha de encontrarse además con instituciones regidas por el PP; o las bases legislativas de la educación. Pero donde resultaría urgente e imprescindible el acuerdo entre el Gobierno y el primer partido de la oposición sería en cuanto a la estrategia frente al terrorismo de ETA y en lo que respecta al funcionamiento y renovación de determinadas instituciones, comenzando por el Tribunal Constitucional y por el Consejo General del Poder Judicial. Es de desear que a esto se refiriera ayer Rodríguez Zapatero cuando hizo explícito su propósito de gobernar mejor durante los próximos cuatro años.