Estrafalaria elección
Actualizado: Guardara elección de un personaje tan estrafalario como Rodolfo Chikilicuatre para representar a España en el festival de Eurovisión constituye, por una parte, un elocuente reflejo del gusto de la audiencia televisiva por premiar lo grotesco, extravagante o simplemente llamativo por encima de otras consideraciones sobre la calidad artística. Y, por otra, constata la transformación que ha sufrido el propio certamen europeo, concebido inicialmente como un concurso patriótico de talentos musicales y convertido ahora en un espectáculo devaluado, en el que la progresiva incorporación de aspirantes al triunfo no ha redundado ni en calidad ni en diversidad; prueba de ello es que una parte sustancial de los temas se cantan en un igualador inglés. Lo que resulta chirriante es que se siga confiriendo cariz institucional a una iniciativa que ha perdido su antigua representatividad y cuyo interés no remonta ni siquiera reuniendo a participantes tan estrambóticos como Chikilicuatre.