DESLUMBRADA. Hillary se protege de la luz de los focos poco antes de empezar su debate con Obama en Cleveland. / AP
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Una conquista común

Obama y Hillary coinciden en querer aplicar la cobertura sanitaria universal en Estados Unidos en un debate marcado de nuevo por la tensión entre los aspirantes demócratas

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Con los dientes bien afilados y con el claro objetivo de hacer descarrilar el fabuloso tren de popularidad de Barack Obama, la senadora de Nueva York, Hillary Clinton, desenterró el hacha de guerra en el último encuentro cara a cara antes de las decisivas primarias del 4 de marzo. La sangre no llegó al río pero la candidata demócrata no dudó en utilizar su artillería verbal para tirar por tierra al joven senador de Illinois. Desde acusaciones de calcar el espíritu de su plan de cobertura médica universal hasta su archiconocida falta de experiencia en la arena internacional, fueron algunos de los aspectos que Clinton no dudó en repetir hasta la saciedad. Durante el debate, que tuvo lugar el pasado martes en Cleveland, Ohio, Clinton acusó a Obama de tergiversar sus políticas sobre salud y comercio en los folletos de su campaña. «¿Qué vergüenza Barack Obama!», aseguró. «Es una desgracia que el senador Obama haya dicho frecuentemente que yo obligaría a la gente a suscribir un seguro médico, puedan pagarlo o no», añadió Clinton, quien dejó muy claro que eso no era cierto.

Claro está que el eufórico candidato demócrata contaba con varios ases bajo la manga para lanzar una ofensiva a la ex primera dama. Obama sacó a relucir el voto a favor de la senadora cuando se aprobó la invasión de Irak y, como no, puso encima de la mesa las últimas encuestas que le posicionan por delante del que se define como el virtual nominado republicano, John McCain. Eso sí, Clinton contraatacó acusándole de haber votado a favor de la financiación de la guerra, lo que, según su parecer, es decir una cosa y hacer otra.

Obama le tiró los tejos a la senadora en medio de las dentelladas de ésta, asegurando que Hillary «será mejor presidente que McCain». Sin embargo, no dudó en darle el beso de la muerte al afirmar que «yo soy el que realmente puede curar las heridas de la política norteamericana». La estrategia de Obama estuvo regida por mantener una paciente calma, que pareció provocar a la senadora en muchas ocasiones. En un momento del encuentro el legislador dijo: «Su equipo constantemente lanzó ataques negativos contra nosotros y no hemos lloriqueado, porque entiendo que es la naturaleza de estas campañas».

Eso sí, Clinton negó tajantemente haber tenido conocimiento de que sus colaboradores hubiesen puesto en circulación una fotografía de Obama luciendo un turbante y una capa blancos que le habrían regalado en Kenia. Una encuesta publicada ayer por Bloomberg/Los Angeles Times, le otorga una ventaja del 48% de intención de voto frente al 42% de la senadora de Nueva York. Sin embargo, a la hora de enfrentarse al republicano McCain, el veterano senador saca dos puntos a Obama y seis a la ex primera dama.