Alguien como nosotros
ESTIMADO amigo, porque soy de los que en principio prefiere considerarle, tanto si es al que he votado, como al que no, amigo. ¿Qué bien lo pasamos escuchándoles prometer y prometer cuando están de campaña electoral! ¿Ojalá toda la legislatura fuera una suerte de campaña electoral llena de promesas, a poder ser cumplidas, y de todo tipo de parabienes! Nací a finales de los años sesenta. Para mí, Franco era un señor bajito y calvito que básicamente significó tres días de fiesta el día que finó, y del cual me he acabado haciendo una imagen a partir de los comentarios a favor o en contra de la gente que vivió su época. No me pregunten si es buena o mala. Fundamentalmente es, a estas alturas, un personaje histórico que, por lo que me han contado, para unos hizo cosas malas, muy malas, y para otros, cosas buenas, muy buenas. Digo esto porque no tengo especial querencia hacia nadie por el hecho de que se presente como adalid de la lucha antifranquista. Además, con frecuencia, me da la sensación de que me sentía bastante más libre con 15 años que hoy, a las puertas de un boceto de Estado proto-orwelliano de cámaras, controles, radares y lectores telemétricos que no contribuyen precisamente a potenciar mi sensación de seguridad. Más al contrario, creo que la coartan y limitan de un modo cada vez más descarado.
Actualizado: GuardarSeñor presidente, tiene usted ante sí la cada vez más difícil tarea de demostrarnos que vale la pena seguir confiando en este sistema, que es capaz de decidir, de hacernos creer y confiar. No queremos ideologías, ni retóricas, ni análisis demagógicos y vacíos. Queremos a alguien como nosotros al frente del Gobierno, capaz de no condicionarse por estereotipos rancios, caducos; capaz de ser emprendedor; capaz de generar riqueza sin renunciar a la solidaridad; capaz de hacernos sentir españoles, y catalanes, y gallegos, y vascos, sin complejos; capaz de admitir que el amor no tiene sexo; capaz de plantarle cara a los asesinos, sean los que sean, en el lenguaje que mejor entienden: aquél que tan bien comprendieron los miembros de la Baader-Meinhof en Alemania; capaz de garantizar la seguridad pública demostrándoles a aquéllos que ven nuestras calles como un coto de caza, y que les sale casi gratis, que jamás debieron venir a nuestro país; capaz de una vez por todas de consensuar una política de educación que nos permita educar a nuestros hijos de un tirón y no por etapas, en función de qué partido mande; capaz de apoyar a la cultura con mayúsculas y no manipularla a conveniencia.
Creo a pies juntillas en la iniciativa privada como motor de mi país, desconfío del exceso de intervencionismo y creo en el talento y la libertad individual como ejes fundamentales de su desarrollo en todos los ámbitos. No consiento que nadie me dé clases de cómo ser un buen español, ni un buen catalán, ni nada. Considero la fe como el valor más íntimo y sólido del hombre, y que como tal no precisa de más tutela que la de uno mismo con Dios. Y, por encima de todo, me debo en cuerpo y alma a mi familia. Me preocupan los salvapatrias, creo que España ni se los merece ni los necesita. Entiendo que debe marchar por la senda que siempre debió y por ello les ruego que no nos mortifiquen con cuatro años más como estos últimos. Y por una vez demuéstrenos que lo que sentimos al ver en EE UU a republicanos y demócratas caminando en la misma dirección por el bien nacional, por encima de matices ideológicos, es también posible en este país. Y si no, que la historia les juzgue como se merecen.
Gracias.