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Solbes, defensivo; Pizarro, agorero
El primer debate electoral resultó tedioso y los dos contendientes se enfrascaron en la discusión sobre las grandes cifras de la economía española
Actualizado: GuardarEl primero de los debates televisivos de la campaña electoral, el enfrentamiento entre los dos pesos pesados de la economía de los partidos PSOE y PP, Pedro Solbes y Manuel Pizarro, defraudó muchas de las expectativas que se habían creado en torno a él. Los dos protagonistas se sumergieron en un discurso excesivamente técnico, tedioso para el gran público e incluso para los especialistas y sometido a constantes revisiones del pasado con muy pocas concreciones sobre el futuro. Un ladrillo de proporciones descomunales.
El vicepresidente económico Pedro Solbes se esforzó en defender la posición del Gobierno, su gestión al frente de la cartera de economía y la aparente buena salud de España que, insistió una y otra vez, permitirá sortear sin demasiados problemas la desaceleración en el crecimiento que ya es un hecho. Manuel Pizarro, bastante más incisivo, no dudó en aplicar algunas dosis de demagogia electoralista para intentar conectar con un público que, se suponía, está deseoso de escuchar propuestas concretas, al tiempo que insistió en acusar de pasividad a quienes han gestionado la economía española durante los últimos cuatro años.
El ex presidente de Endesa tuvo la habilidad de concretar la oferta de medidas que el Partido Popular ha incorporado a su programa electoral y que resumió en la exención total del Impuesto sobre la Renta para los contribuyentes que ganen menos de 16.000 euros anuales; una deducción de 1.000 euros para las mujeres trabajadoras; la rebaja de 5 puntos en el tipo de gravamen del Impuesto de Sociedades y la eliminación total del los impuestos sobre el Patrimonio y el de Sucesiones.
Solbes ni siquiera recordó la oferta realizada por Zapatero de devolver 400 euros en impuestos a todos los contribuyentes y criticó la estrategia de rebajas fiscales propuesta por el PP porque, en su opinión, «sólo favorece a algunos, a los que más tienen y, sin embargo, pone en peligro el gasto social». El vicepresidente sirvió en bandeja la oportunidad para que su contrincante colocase en cuestión de segundos una de esas ráfagas, mezcla de humor y demagogia que consiguen despertar a la concurrencia en un debate como éste. «¿Cómo piensa usted mantener las inversiones en infraestructuras, educación... si rebaja los impuestos?», preguntó Solbes al tiempo que aseguraba que la reforma fiscal del PP costaría 30.000 millones de euros anuales a las arcas públicas.
«Pues recortando algunos gastos -atacó Pizarro- como lo del piso del ministro Bermejo; mediante la supresión del Ministerio de la Vivienda, que nos irá mejor sin él; cerrando la Oficina Económica de la Moncloa y dejando de pagar a terroristas».
La evolución de los precios, la inflación, fue uno de los temas que más tiempo consumió en el debate. Así, el vicepresidente admitió que es un tema «preocupante», pero relativizó la situación al ubicar el problema del alza de los precios en una corriente internacional de encarecimiento de las materias primas, especialmente de la energía. Una coyuntura, recordó, mucho peor a la que tuvo que soportar el Partido Popular durante los gobiernos de José María Aznar.
También destacó que el diferencial de inflación en relación con la UE se mantiene en un punto, lo que demuestra que no se ha producido en España un empeoramiento más acusado que en el resto de Europa.
Pizarro, sin embargo, puso la inflación en el centro de los problemas de España porque, apuntó, supone pérdida de poder adquisitivo, especialmente grave para las rentas más bajas y también pérdida de competitividad para el conjunto del país.
Sobre esta base construyó lo que sería el hilo conductor, el soniquete repetitivo, de buena parte de su debate: España va camino del desastre y el crecimiento económico de los próximos años se sitúa por debajo del 3%, tal y como han aventurado algunos analistas.
En su mensaje final, Manuel Pizarro quiso lanzar un mensaje de confianza sobre la propuesta del Partido Popular y apuntó que los ejes centrales de actuación de su partido estarían centrados en luchar contra la inflación, conseguir mercados competitivos, reformar la Administración de Justicia, dedicar mucho esfuerzo a la formación y crear las condiciones óptimas para la generación de empleo. Por último, dejó una mano tendida a su oponente, por quien dijo tener una «antigua consideración y respeto», para asegurar que si el PP gana las elecciones hará una gran propuesta de consenso en muchos temas fundamentales, como es el caso de las pensiones.
Pedro Solbes aprovechó los dos minutos finales del debate para tranquilizar a los ciudadanos, al asegurar que «España está mejor preparada que nunca para superar una fase de desaceleración de la economía» y criticar las grandes líneas del mensaje del PP: «Hay mucho exceso de catastrofismo -dijo- y vemos una España diferente a la de ustedes».
De forma muy sutil, excesivamente quizá, cerró su intervención marcando una diferencia con la exitosa trayectoria de Pizarro en la vida privada. «He dedicado toda la vida a trabajar por este país -dijo el orgulloso funcionario- y lo voy a seguir haciendo».