opinión

La Parcelita | Dejémoslo como está

Estamos en plena cuaresma, el olor a incienso comienza a inundar las calles, proliferan los triduos cofradieros, los conciertos de bandas y ya se respira el ambiente de la próxima Semana Santa. Como cada año, los disfraces se arrinconan en los armarios hasta el próximo carnaval cambiándose por las chaquetas azules y las corbatas para acudir a los cultos cuaresmales. Pero como en los cómics de Asterix y Obelix «un grupo de irreductibles galos resiste todavía al invasor», no se les puede doblegar y ha vuelto a salir a la calle el pasado domingo a celebrar su Carnaval Chiquito.

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Esta singular celebración surgió hace unos años cuando la chirigota, encabezada por Paco Leal, tuvo la osadía de emular a los «capillitas». Pensaron que, si ellos celebraban el Corpus Chiquito, porque los carnavaleros no podían tener algo similar. Así, por las buenas, convocaron a las agrupaciones que quisieran sumarse a ella y se plantaron en la escalera de Correos con la pancarta que, durante años, guardó celosamente Manolo Bocanegra. Ese primer año acudieron con la incertidumbre de que, al no ser ya las fechas «oficiales», podían ser reprimidos por la autoridad, pero no fue así. La idea fue tomando forma y lo que en principio nació espontáneamente se ha convertido en una prolongación inaudita de nuestro singular Carnaval. Cada año ha ido aumentando la participación y han acudido a él hasta agrupaciones de otras localidades.

Esta fiesta que nació espontánea, anárquica, independiente y desordenada quieren ahora regularla y encorsetada invitando a las agrupaciones a actuar en tablaos y a convocarlas «oficialmente». ¿No! lo que nació libre, sin reglas ni ataduras debe seguir así ¿para qué oficializarlo?¿para qué reglamentarlo?. Que las agrupaciones canten donde quieran, cuando quieran, como quieran y hasta que quieran. Esa es la esencia de este carnaval callejero, el espontáneo, el autentico. Dejémoslo como está.